Edición nº 65
La ley de Jante
| El católico y el musulmán
A la muerte
de mi suegro, Christiano Oiticica
Estaba charlando con un sacerdote católico y un chico
musulmán durante un almuerzo. Cada vez que pasaba el camarero
con una bandeja, todos se servían, salvo el musulmán,
que cumplía el ayuno prescrito en el Corán.
Cuando terminó la comida y la gente se hubo marchado, uno
de los invitados no pudo reprimir el siguiente comentario: "¡mira
que son fanáticos estos musulmanes! ¡Menos mal que
no tenéis nada que ver con ellos!"
"Sí tenemos", dijo el sacerdote. "Él
se esfuerza por servir a Dios tanto como lo hago yo. Simplemente
observamos leyes diferentes."
Y concluyó: "es una pena que las personas sólo
vean las diferencias que las separan. Si mirasen con más
amor, verían lo que tienen en común unos y otros,
y se resolverían la mitad de los problemas del mundo."