Edición nº 64
El rabino Feldman
y la fe que mueve montañas | La
generosidad y la recompensa
Llenando el
vaso ajeno
Compadecido de la pobreza del rabino Jusya, Ephraim colocaba
diariamente algunas monedas debajo de su puerta. Y un día
se dio cuenta de que, cuanto más daba a Jusya, más
dinero ganaba él.
Ephraim recordó que el rabino Baer era maestro de Jusya,
y pensó: "si soy bien recompensado al dar dinero al
discípulo, ¡cuánto más no ganaré
si ayudo a su maestro!".
Viajó a Mezritch y cubrió de presentes al rabino
Baer. A partir de ese momento, su suerte fue de mal en peor y casi
llegó a perderlo todo.
Intrigado, buscó a Jusya y le contó lo sucedido.
-Es muy sencillo -dijo Jusya-. Mientras dabas sin pensar en quién
recibía, Dios hacía lo mismo. Y cuando empezaste a
buscar gente ilustre para hacer tus donaciones, lo mismo hizo Dios.