Edición nº 63

Un día en el molino  |  Historias con el número tres

Historias con el número tres

Los tres bloques de piedra

     Una leyenda australiana cuenta la historia de un hechicero que paseaba con sus tres hermanas, cuando se les aproximó el guerrero más famoso de la región.
     - Quiero casarme con una de estas bellas jovenes - dijo.
     - Si se casa una de ellas, las otras se considerarán feas. Estoy buscando una tribu donde los guerreros puedan tener tres mujeres- respondió el hechicero, alejándose.
     Y durante años recorrió el continente australiano sin conseguir encontrar esa tribu.
     -Por lo menos una de nosotras podía haber sido feliz- dijo una de las hermanas, cuando ya habían envejecido y estaban cansadas de tanto andar.
     -Yo estaba equivocado - respondió el hechicero - pero ahora es tarde.
     Y transformó a las tres hermanas en bloques de piedra.
     Quien visite el Parque Nacional de las Montañas Azules, al lado de Sydney, podrá verlas y entender que la felicidad de uno no significa necesariamente la tristeza de otros.

Tres golpes precisos

     -.¿Cómo puedo saber la mejor manera de actuar en la vida? - preguntó el discípulo al maestro.
     El maestro le pidió que construyese una mesa.
     El discípulo clavaba los clavos con tres golpes precisos. Un clavo, no obstante, encontró un lugar más duro, y el discípulo tuvo que dar un golpe más, que lo enterró demasiado hondo y perforó la madera.
     -Tu mano estaba acostumbrada a tres martillazos -dijo el maestro.- Confiaste tanto en lo que hacías que perdiste la atención y la habilidad.
     "Cuando la acción pasa a ser un simple hábito, deja de tener sentido y puede terminar causando daños; jamás dejes que la rutina gobierne tus movimientos".

Los tres plátanos

     Un amigo mío decidió pasar algunas semanas en un monasterio de Nepal. Cierta tarde entró en uno de los numerosos templos de la región y encontró a un monje sentado en el altar.
     - ¿Por qué sonríe usted?- quiso saber.
     - Porque entiendo el significado de los plátanos.
     Dicho esto, abrió la bolsa que llevaba, extrayendo de ella un plátano podrido.
     - Esta es la vida que pasó y no fue aprovechada en el momento adecuado, ahora es demasiado tarde.
     Seguidamente sacó de la bolsa un plátano aún verde, la mostró y volvió a guardarlo.
     - Esta es la vida que aún no sucedió, es necesario esperar el momento adecuado.
     Finalmente sacó un plátano maduro, lo peló y lo compartió con mi amigo.
     - Esta es la vida en el momento presente. Aliméntese con ella y vívala sin miedo y sin culpa.

 
Edición nº63