Edición nº 14
Fragmentos de un diario inexistente
| Cuento
- Yo quería encontrar a Dios
Reflexiones
del Guerrero de la Luz
San Francisco, Estados Unidos
Camino por un parque con mi editor
americano, John Loudon, y su mujer, Sharon. Podemos ver a lo lejos
la ciudad de San Francisco, iluminada por el sol poniente. Sharon
ha escrito un libro sobre un monasterio benedictino y cuenta que
las oraciones de la tarde, llamadas "vísperas"
son cantos de esperanza por la certeza de que la noche pasará.
Las vísperas nos indican la
necesidad que tenemos de aproximarnos al otro cuando llega la noche
- dice ella - . Pero nuestra sociedad ha olvidado la importancia
de esta aproximación y finje valorar mucho la capacidad que
cada uno tiene de lidiar con sus propias dificultades. Ya no rezamos
juntos, escondemos nuestra soledad como si fuese vergonzoso admitirla.
Sharon hace una pausa y concluye:
- Yo fui así. Hasta que un
día perdí el miedo a depender del prójimo,
porque descubrí que él también me estaba necesitando.
Limoges, Francia
Un aprendiz de ocultismo que conozco,
con la esperanza de impresionar bien a su maestro, leyó algunos
manuales de magia y resolvió comprar los materiales indicados
en los textos.
Con mucha dificultad consiguió
un determinado tipo de incienso, algunos talismanes, una estructura
de madera con caracteres sagrados escritos en un orden determinado.
Viendo eso, el maestro comentó:
¿Crees acaso que enrollando
los cables del ordenador (computadora) alrededor del cuello conseguirás
tener la sabiduría de la máquina? ¿Crees que
al comprar sombreros y ropas sofisticadas adquirirás también
el buen gusto y la elegancia de quien las creó? Aprende a
usar los objetos como aliados, no como guías.
Kagawichiko, Japón
Conocí a la pintora Miie
Tamaki durante un seminario sobre Energía Femenina. Le pregunté
cual era su religión.
- Ya no tengo religión - respondió.
Notando mi sorpresa, me explicó:
- Fui educada para ser budista. Los
monjes me enseñaron que el camino espiritual es una constante
renuncia: tenemos que superar nuestra envidia, nuestro odio, nuestras
angustias de fe, nuestros deseos.
Conseguí librarme de todo esto
hasta que un día mi corazón quedó vacío:
los pecados habían desaparecido, y mi naturaleza humana también.
Al principio me puse contenta, pero
pronto comencé a darme cuenta de que ya no compartía
las alegrías y pasiones de las personas de mi entorno. Fue
entonces que abandoné la religión: hoy tengo mis conflictos,
mis momentos de rabia y desesperación, pero sé que
estoy otra vez cerca de los hombres - y, por eso, cerca de Dios.
Lourdes, Francia
Cuando me encontraba haciendo
el camino de Roma, uno de los cuatro caminos sagrados de mi tradición
mágica, me dí cuenta - después de estar casi
20 días prácticamente solo - de que estaba mucho peor
que cuando había comenzado. Con la soledad había empezado
a tener pensamientos mezquinos, amargos, innobles...
Busqué a la guía del
camino y le comenté el hecho. Le dije que al empezar aquella
peregrinación pensaba que me iba a aproximar a Dios y, sin
embargo, después de tres semanas, me estaba sintiendo mucho
peor.
Estás mejor, no te preocupes
- me dijo. En verdad, cuando encendemos la luz interior, lo primero
que vemos son las telarañas y el polvo, nuestros puntos débiles.
Ya estaban allí, solo que tú no los veías porque
estaba oscuro. Ahora ya es más fácil limpiar tu alma.