Edición nº 14
Fragmentos de
un diario inexistente | Cuento
- Yo quería encontrar a Dios
Reflexiones
del Guerrero de la Luz
El hombre llegó extenuado
al monasterio:
- Llevo mucho tiempo buscando a Dios
- dijo. - Quizás usted pueda enseñarme la manera correcta
de encontrarlo.
- Entra y mira nuestro convento -
dijo el padre, tomándole de la mano y conduciéndole
hasta la capilla. -Aquí están las obras de arte más
bellas del siglo XVI, que retratan la vida del Señor y Su
Gloria entre los hombres.
El hombre aguardó, mientras
el padre explicaba cada una de las hermosas pinturas y esculturas
que adornaban la capilla. Al final, repitió la pregunta:
- Es muy hermoso todo lo que he visto.
Pero me gustaría aprender la manera más correcta de
encontrar a Dios.
- ¡Dios! - respondió
el padre. - Lo has dicho muy bien: ¡Dios!
Y llevó al hombre hasta el
refectorio, donde estaba siendo preparada la cena de los monjes.
- Mira a tu alrededor: dentro de poco
será servida la cena, y estás convidado a comer con
nosotros. Podrás oír la lectura de las Escrituras
al tiempo que sacias tu hambre
- No tengo hambre, y ya leí
todas las Escrituras -insistió el hombre. Quiero aprender.
Vine hasta aquí para encontrar a Dios.
El padre tomó nuevamente al
extraño de la mano y comenzaron a caminar por el claustro,
que rodeaba a un hermoso jardín.
- Pido a mis monjes que mantengan
el césped siempre bien cortado y que retiren las hojas secas
del agua de la fuente que está allí en medio. Pienso
que este es el monasterio más limpio de toda la región.
El extraño caminó un
poco con el padre, y después se despidió diciendo
que tenía que irse.
-¿No te quedarás aquí
para la cena? - preguntó el padre.
Mientras montaba en su caballo, el
extraño comentó:
- Felicitaciones por su bella iglesia,
por el refectorio tan acogedor y por el patio tan impecablemente
limpio. Sin embargo, yo he viajado muchas leguas exclusivamente
para aprender a encontrar a Dios, y no para deslumbrarme ante muestras
de eficiencia, comodidades y disciplina.
Un relámpago cayó del
cielo, el caballo relinchó fuerte y la tierra sufrió
una sacudida. De repente, el extraño se arrancó el
disfraz y el padre vio que estaba delante de Jesús.
-Dios está donde lo dejan entrar
- dijo Jesús. - Pero vosotros habeis cerrado para él
la puerta de este monasterio, usando reglas, orgullo, riqueza y
ostentación. La próxima vez que un extraño
se aproxime pidiendo para encontrar a Dios, no le muestres lo que
habeis conseguido en Su nombre: escucha la pregunta e intenta responderla
con amor, caridad y sencillez.
Y dicho esto, desapareció.