Edición nº 11

Sobre la caridad amenazada  |  Cuento - Como se abrió el camino
Reflexiones del Guerrero de la Luz

Reflexiones del Guerrero de la Luz

En la vibración correcta
      El guerrero de la luz sabe que es imposible vivir en un estado de completa relajación.
     Aprendió con el arquero que para disparar su saeta a distancia es preciso mantener el arco bien estirado. Aprendió con las estrellas que solo la explosión interior permite su brillo. El guerrero observa que el caballo, en el momento de vencer un obstáculo, contrae todos sus músculos.
     Pero él jamás confunde tensión con nerviosismo.

Disciplina y compasión
      El guerrero de la luz siempre consigue equilibrar Rigor y Misericordia. Para alcanzar su sueño, necesita una voluntad firme y una inmensa capacidad de entrega.
     Aun cuando tenga un objetivo, no siempre el camino para lograrlo es el que se imagina.
     Es por eso que el guerrero usa la disciplina y la compasión. Dios jamás abandona a sus hijos - pero Sus designios de la Providencia son insondables, y Él construye nuestro camino usando nuestros propios pasos.
     Usando la disciplina y la entrega, el guerrero no deja que sus gestos se transformen en rutina. El hábito nunca puede gobernar movimientos importantes.

Aceptando el destino
      Desde el momento en que comienza a andar, un guerrero de la luz reconoce el Camino. Cada piedra, cada curva le dan la bienvenida. Él se identifica con las montañas y riachuelos, ve un poco de su alma en las plantas, en los animales y en las aves del campo.
     Entonces, aceptando la ayuda de Dios y de las Señales de Dios, deja que su Leyenda Personal lo guíe en dirección a las tareas que la vida le reserva.
     Algunas noches no tiene donde dormir, otras sufre de insomnio. Descubre el sufrimiento de ciertas ilusiones perdidas y la angustia de esperar largo tiempo acontecimientos importantes.
     "Esto forma parte" piensa el guerrero. "Fui yo quien decidió seguir por aquí".
     En esta frase está todo su poder. Él escogió el camino que transita y no tiene sentido quejarse.

 
Edición nº11