Edición nº 67
Permaneciendo abiertos al amor | Los
dos niños
Evitando ayudar
al demonio
Existen momentos en los que nos
gustaria mucho ayudar a quienes amamos, pero no podemos hacer nada:
o las circunstancias no permiten que nos aproximemos, o la persona
permanece cerrada ante cualquier gesto de solidaridad y apoyo.
Entonces sólo nos resta el
amor. En los momentos en que todo es inútil, aún podemos
amar - sin esperar recompensas, cambios ni agradecimientos.
Si conseguimos actuar de esta manera,
la energía del amor empieza a transformar el universo que
nos rodea. Cuando esta energía aparece, siempre consigue
realizar su trabajo.
"El tiempo no transforma al hombre.
El poder de la voluntad no transforma al hombre. Lo transforma el
amor", dice Henry Drummond.
Leí en el diario el caso de
una criatura, en Brasilia, que fue brutalmente golpeada por sus
padres. Como resultado su cuerpo perdió la capacidad de movimiento
y además quedó sin habla.
Internada en el hospital, fue cuidada
por una enfermera que le decía diariamente "yo te quiero".
Aunque los médicos sostenían que no conseguía
escucharla y que sus esfuerzos eran inútiles, la enfermera
continuaba repitiendo "Yo te quiero, no lo olvides".
Tres semanas después, la criatura
había recuperado sus movimientos. Cuatro semanas después,
volvía a hablar y a sonreir. La enfermera nunca concedió
entrevistas, y el diario no publicaba su nombre - pero queda aquí
el registro, para que no olvidemos nunca que el amor cura.
El amor transforma, el amor cura.
Pero a veces el amor construye trampas mortales, y termina destruyendo
a la persona que decidió entregarse por completo. ¿Qué
sentimiento complejo es éste que - en el fondo - es la única
razón para continuar vivos, luchando, procurando mejorar?
Sería una irresponsabilidad
intentar definirlo porque, como todo el resto de los seres humanos,
yo solamente consigo sentirlo. Se escriben miles de libros, se estrenan
obras teatrales, se producen films, se crean poesías, se
tallan esculturas en madera o mármol, pero, a pesar de ello,
todo lo que el artista puede transmitir es la idea de un sentimiento,
pero no el sentimiento en sí mismo.
No obstante, aprendí que este
sentimiento está presente en las pequeñas cosas y
se manifiesta en la más insignificante de las actitudes que
tomamos; por lo tanto es necesario tener el amor siempre en mente
cuando actuamos o dejamos de actuar.
Coger el teléfono y decir la
palabra de cariño que postergamos. Abrir la puerta y dejar
entrar a quien necesita nuestra ayuda. Aceptar un empleo. Abandonar
un empleo. Tomar la decisión que estábamos dejando
para después. Pedir perdón por un error que cometimos
y que no nos deja en paz. Exigir un derecho que tenemos. Abrir una
cuenta en el florista, que es más importante que el joyero.
Poner la música bien alta cuando la persona amada esté
lejos, pero bajar su volumen cuando se halla cerca. Saber decir
"sí" y "no", porque el amor lidia con
todas las energías del hombre. Descubrir un deporte que pueda
ser practicado por ambos. No seguir ninguna receta, ni siquiera
las contenidas en este párrafo, porque el amor requiere creatividad.
Y cuando nada de eso sea posible,
cuando lo que resta es apenas soledad, entonces acordarse de una
historia que un lector me envió una vez:
"Una rosa soñaba día
y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna
venía a posarse en sus pétalos.
La flor, sin embargo, continuaba soñando.
Durante sus largas noches imaginaba un cielo donde volaban muchas
abejas que venían a besarla cariñosamente. Así
conseguía resistir hasta el día siguiente, cuando
volvía a abrirse con la luz del sol.
Cierta noche, conociendo la soledad
de la rosa, la luna preguntó:
- ¿Tú no estás
cansada de esperar?
- Quizás. Pero tengo que seguir
luchando.
-¿Por qué?
- Porque si no me abro, me marchitaré."
En los momentos en que la soledad
parece destruir toda la belleza, la única manera de resistir
es continuar abiertos.