Edición nº 67
Permaneciendo
abiertos al amor | Los
dos niños
Evitando ayudar al demonio
- Muchas veces, cuando intentamos hacer el bien, nos convertimos
en instrumentos del mal -dijo Al-Fahid a su amigo-. Procuro estar
siempre alerta, pero hoy he sido utilizado por el demonio.
- ¿Cómo así? ¡Si tú tienes fama
de sabio!
- Esta mañana fui a orar a la mezquita. Respetando la tradición,
me quité los zapatos antes de entrar. A la salida me di cuenta
de que me los habían robado: he creado un ladrón.
- Pero eso no es culpa tuya -le dijo el amigo.
- Sí es culpa mía. Es fácil despertar el
lado malo del prójimo. Es fácil enojar a alguien,
sembrar la discordia, levantar dudas, o separar hermanos. El demonio
necesita del hombre para realizar sus actos, y por eso soy responsable.