Edición nº 66
Caracas, 7
de octubre del 2003 | Destruyendo
al prójimo
Los tiempos
difíciles
Malba Tahan ilustra los peligros de la palabra: una mujer tanto
fue pregonando que su vecino era un ladrón, que el muchacho
acabó preso. Días después, descubrieron que
era inocente; lo soltaron y él procesó a la mujer.
-Hacer unos comentarios no es algo tan grave - dijo ella al juez.
-De acuerdo -respondió el magistrado- . Hoy, al regresar
a su casa, escriba todo lo que habló mal sobre el joven,
después pique el papel y vaya tirando los trocitos por el
camino. Mañana vuelva para escuchar la sentencia.
La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
-Está perdonada si me entrega los pedazos de papel que
tiró ayer. En caso contrario, será condenada a un
año de prisión- declaró el magistrado.
-Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha dispersado todo!
-De la misma manera, un simple comentario puede ser esparcido
por el viento, destruir el honor de un hombre y después es
imposible arreglar el mal ya hecho.
Y envió a la mujer a la cárcel.