Edición nº 62

Cartas de amor  |  Trechos de "El Profeta"

Trechos de "El Profeta"

     En su libro "El Profeta", Khalil Gibran cuenta la historia de Al-Mustafá, un hombre que retorna a su tierra. Los habitantes de la aldea donde se quedó todos estos años le piden que les enseñé lo que aprendió.
     A continuación, algunos trechos (editados) de este clásico del siglo XX.

El matrimonio

     Vosotros nacisteis juntos, y juntos permaneceréis incluso cuando las alas blancas de la muerte terminen con vuestros días - porque continuaréis unidos en la memoria silenciosa de Dios.
     Pero que haya espacio entre los dos. Que el viento de los cielos pueda pasar entre vuestros cuerpos.
     Amad, pero no transforméis vuestro amor en atadura.
     Que uno llene el vaso del otro, pero que jamás beban del mismo vaso.
     Cantad y danzad, estad alegres, pero que cada uno mantenga su independencia; las cuerdas de un laúd están solas, aun cuando vibren con la misma música.
     Entregad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo posea - porque sólo la mano de la Vida puede contener corazones enteros.
     Estad juntos, pero no demasiado juntos - porque los pilares de un templo están separados.
     El roble no crece a la sombra del ciprés, ni el ciprés consigue crecer a la sombra del roble.

Los hijos

     Vuestros hijos no son vuestros hijos, son hijos e hijas de la vida. Vinieron a través vuestro, pero no os pertenecen.
     Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos - porque ellos tienen sus propios sueños.
     Podéis proteger sus cuerpos, pero no sus almas - porque sus almas habitan la casa del mañana, que ni en sueños vosotros podéis visitar.
     Podéis intentar ser como ellos, pero intentéis hacer que se comporten como vosotros, porque la vida no retrocede, ni se deja seducir por el día de ayer.
     Vosotros sois el arco donde vuestros hijos, como flechas vivas, son impulsados hacia adelante; dejad que la mano del Arquero trabaje, porque así como Él ama la flecha de vuela, también ama el arco, que permanece estable.

El amor

     Cuando el amor llame, aceptad su llamado, aunque el camino sea duro, difícil.
     Y cuando sus alas se abran, entregaos, aunque la espada que está allí escondida termine provocando heridas.
     Y cuando el amor diga algo, creedlo, aunque su voz destruya vuestros sueños, como el viento del norte devasta los jardines.
     Porque el amor glorifica y crucifica. Hace crecer las ramas, y las poda. Tritura a los hombres, hasta dejarlos flexibles y dóciles. Los quema en fuego divino , para que puedan convertirse en un pan sagrado, que será consumido en el banquete de Dios.
     No obstante, si tenéis miedo y solo queréis encontrar en el amor paz y placer, es mejor que os alejéis de su puerta y busquéis otro mundo, donde podréis reir, pero sin toda la alegría, y podréis llorar, pero sin usar todas las lágrimas.
     El amor no da nada y no pide nada más allá de sí mismo. El amor no posee ni es poseído - porque él se basta.
     Y no intentéis dirigir su curso: porque si el amor os considera dignos, él os dirigirá hasta donde debéis llegar.

 
Edición nº62