Edición nº 59
Humi siempre quiere ganar más | Mogo y la fiesta sin sentido
La historia que sigue es una adaptación
libre de "Come and Follow Me", de Paul H. Dunn.
Cierto hombre, llamado Mogo, acostumbraba
a considerar la Navidad una fiesta sin sentido. Según él,
la noche del 24 de diciembre era la más triste del año,
porque muchas personas se daban cuenta de lo solas que estaban,
o recordaban a la persona querida que había muerto aquel
año.
Mogo era un hombre bueno. Tenía
una familia, procuraba ayudar al prójimo y era honesto en
sus negocios, Sin embargo, no podía admitir que las personas
fuesen tan ingenuas como para creer que un Dios había bajado
a la Tierra solo para consolar a los hombres. Siendo una persona
de principios, no tenía miedo de decir a todos que la Navidad,
además de ser más triste que alegre, también
estaba basada en una historia irreal: un Dios transformándose
en hombre.
Como siempre, en la víspera
de la celebración del nacimiento de Cristo, su esposa y sus
hijos se prepararon para ir a la Iglesia. Y, como siempre, Mogo
decidió dejarlos ir solos, diciendo:
- Sería hipócrita de
mi parte acompañaros. Estaré aquí esperando
vuestro regreso.
Cuando la familia salió, Mogo
se sentó en su silla preferida, encendió el hogar
y empezó a leer los diarios de aquel día. Sin embargo,
pronto fue distraído por un ruido en su ventana, seguido
de otro, y otro.
Pensando que alguien estaría
jugando con bolas de nieve, Mogo se puso el abrigo y salió,
con la intención de dar un susto al intruso.
En cuanto abrió la puerta,
notó una bandada de pájaros que habían perdido
su rumbo por causa de la tempestad, y ahora temblaban en la nieve.
Como habían notado la casa caliente, habían procurado
entrar, pero al chocar contra el vidrio se habían hecho daño
en las alas, y solo podrían volar de nuevo cuando estuvieran
curadas.
"No puedo dejar a esas criaturas
allí afuera" pensó Mogo "¿Cómo
podría ayudarlas?"
Fué hasta la puerta de su garaje,
las abrió y encendió la luz. Los pájaros, no
obstante, no se movieron,
"Tienen miedo" pensó
Mogo.
Volvió a entrar en la casa,
cogió algunas migas de pan e hizo un caminito hasta el garaje
calentado. Pero la estrategia no dió resultado.
Mogo abrió los brazos, intentó
conducirlos con gestos cariñosos, empujó delicadamente
a algunos de ellos, pero los pájaros se pusieron más
nerviosos aún, y comenzaron a debatirse, andando desorientados
por la nieve y gastando inútilmente la poca fuerza que aún
les quedaba.
Mogo ya no sabía qué
hacer.
- Debéis estar viéndome
como una criatura aterradora - dijo en voz alta ¿Será
posible que no entendáis que podéis confiar en mí?
Desesperado, gritó:
-¡Si yo tuviera ahora la oportunidad
de transformarme en pájaro, sólo por algunos minutos,
veríais que estoy realmente queriendo salvaros!
En este momento tocó la campana
de la iglesia, anunciando la medianoche. Uno de los pájaros
se transformó en ángel y preguntó a Mogo:
-¿Ahora entiendes por qué
Dios necesitaba transformarse en hombre?
Con los ojos llenos de lágrimas,
arrodillándose en la nieve, Mogo respondió:
-¡Perdóname ángel.
Ahora entiendo que sólo podemos confiar en aquellos que se
parecen a nosotros, y pasaron por las mismas cosas que nosotros
pasamos.