Edición nº 56
Acerca del autor y su compromiso |
Explicando a
Dios
El día 29 de mayo de 2002, horas antes de colocar el punto
final de mi nuevo libro, fui hasta la Gruta de Lourdes, en Francia,
para llenar algunas botellas de agua milagrosa en la fuente que
allí se encuentra. Ya dentro del terreno de la catedral,
un señor de aproximadamente 70 años me dijo "¿Sabe
que usted se parece a Paulo Coelho?" Le respondí que
era yo mismo.
El hombre me abrazó, me presentó a su esposa y a
su nieta. Habló sobre la importancia de mis libros en su
vida, concluyendo : "Ellos me hacen soñar".
Ya escuché esta frase en otras ocasiones y siempre me deja
contento. En aquel momento, sin embargo, me asusté, porque
sabía que "Once minutos" hablaba de un asunto delicado,
contundente, chocante: la trayectoria de una prostituta brasileña
en busca del encuentro con su alma. Caminé hasta la fuente,
llené las botellas, regresé, le pregunté dónde
vivía (en el norte de Francia, cerca de Bélgica) y
anoté su nombre.
En ese momento tomé la decisión de dedicar mi libro
a este señor, Maurice Gravelines. Tengo una obligación
hacia él, su mujer, su nieta, y también conmigo mismo:
hablar sobre lo que me preocupa, y no de lo que a todos les gustaría
escuchar.
Algunos libros nos hacen soñar, otros nos traen a la realidad,
pero ninguno puede escaparse de aquello que es más importante
para un autor: la honestidad con que se escribe. Escribir sobre
sexo, para mí, era un desafío que me acompañaba
desde mi juventud, cuando la revolución hippie creó
una serie de nuevas conductas a ese respecto, llegando a veces hasta
el límite del sentido común. Después de estos
años locos, pasamos por un período conservador, por
la llegada de enfermedades mortales, por aquella pregunta siempre
reiterada: "¿pero el sexo es realmente tan importante?"
Vivimos en un mundo de comportamiento-patrón: patrón
de belleza, de calidad, de inteligencia, de eficiencia. Consideramos
que existe un modelo para todo y creemos también que siguiendo
este modelo estaremos seguros.
Y por causa de eso establecemos un "patrón sexo"
que, en verdad, está compuesto por una serie de mentiras:
orgasmo vaginal, virilidad por encima de todo, mejor fingir que
dejar al otro decepcionado, etc. Como consecuencia directa, este
tipo de actitud ha dejado a millones de personas frustradas, infelices,
con sentimiento de culpa. Y ha provocado todo tipo de aberraciones,
como la pedofilia, el incesto o el estupro.¿Por qué
nos comportamos así con algo tan importante?
De la misma manera que un autor no sabe jamás la trayectoria
que recorrerán sus libros - y por eso permite que sus textos
caminen en direcciones inesperadas - nosotros también necesitamos
vivir nuestras contradicciones, principalmente en áreas tan
sensibles como el sexo y el amor. El hombre que quiere seguir siempre
un patrón, estará obligado a pensar hoy lo que pensaba
ayer, y a usar siempre la corbata combinando con sus calcetines;
¿puede haber algo más aburrido?
La sociedad que hoy aborda el comportamiento sexual con el "patrón"
sin respetar las diferencias individuales, debe de procurar recordar
uno de los más hermosos poemas sobre la condición
humana, el Himno a Isis, descubierto por Nag Hammadi, que los expertos
datan entre los siglos III y IV de nuestra era:
Porque yo soy la primera y la última
Yo soy la venerada y la despreciada
Yo soy la prostituta y la santa
Yo soy la esposa y la virgen
Yo soy la madre y la hija
Yo soy los brazos de mi madre
Yo soy la estéril, y numerosos son mis hijos
Yo soy la bien-casada y la soltera
Yo soy la que da a luz y que jamás procreó
Yo soy la esposa y el esposo
Y fue mi hombre quien me generó en su vientre
Yo soy la madre de mi padre
Soy la hermana de mi marido
Y él es mi hijo rechazado
Respétenme siempre
Porque yo soy la escandalosa y la discreta.