Edición nº 52

Las diferentes visiones del Infierno  |  Conversando con el diablo

Conversando con el diablo

Cómo hacer lo que quiero

En cuanto murió, Juan se encontró en un hermoso lugar, rodeado por las comodidades y belleza que soñaba. Un sujeto vestido de blanco se le acercó:

- Tienes derecho a lo que quieras: cualquier alimento, placer, diversión - le dijo.
Encantado, Juan hizo todo lo que había soñado hacer durante su vida. Después de muchos años de placeres, fue en busca del sujeto de blanco.

-Ya experimenté lo que quería. Necesito ahora un trabajo, para sentirme útil.
- Lo siento mucho - dijo el sujeto de blanco. - Pero esto es lo único que no te puedo conseguir. Aquí no hay trabajo.

-¡Qué terrible! - se irritó Juan - pasaré la eternidad muriéndome de tedio.
¡Preferiría mil veces estar en el infierno!

El hombre de blanco se aproximó y le dijo en voz baja:

-¿Y donde te crees que estás?

Ser diablo no es fácil

El demonio le dijo a Buda:

- Ser diablo no es fácil. Cuando hablo, tengo que usar enigmas, para que las personas no perciban la tentación. Siempre tengo que parecer hábil e inteligente, para que me admiren. Gasto mucha energía para convencer a unos pocos discípulos que el infierno es más interesante. Estoy viejo, quiero transpasarte a mis alumnos.
Buda sabía que aquello era una trampa: si aceptara la propuesta, él se transformaría en un demonio y el demonio se convertiría en Buda.
- Tú crees que es divertido ser Buda - respondió. ¡Además de tener que hacer las mismas cosas que tú, aún tengo que aguantar lo que mis discípulos hacen conmigo! Colocan en mis labios palabras que yo no dije, cobran por mis enseñanzas y exigen que yo sea sabio todo el tiempo. ¡Tú nunca aguantarías una vida como ésta!
El diablo quedó convencido de que cambiar de papeles era realmente un mal negocio y Buda escapó a la tentación.


Satanás vende objetos usados

Como necesitaba adaptarse a los nuevos tiempos, Satanás decidió hacer una liquidación de gran parte de su provisión de tentaciones. Puso aviso en el diario y atendió a los clientes en su oficina durante todo el día.
Era unareserva fantástica: piedras para hacer tropezar a los virtuosos, espejosque aumentaban la propia importancia, lentes que disminuían la importancia de los otros. Colgados en la pared, algunos objetos llamaban mucho la atención: un puñal de lámina curva, para ser usado en la espalda de alguien y grabadores que registraban chismes y mentiras.
-¡No se preocupen por el precio!- gritaba el viejo Satanás a los potenciales compradores - ¡Llévenselo hoy y paguen cuando puedan!
Uno de los visitantes notó en un rincón dos herramientas que parecían muy usadas y apenas llamaban la atención. Sin embargo, eran carísimas. Curioso, quiso saber la razón de aquella aparente discrepancia.
- Están muy gastadas porque son las que más uso - respondió Satanás, riendo. Si llamasen mucho la atención, las personas sabrían como protegerse de ellas. Sin embargo, ambas valen el precio que estoy pidiendo: una es la Duda, y la otra es el Complejo de Inferioridad. Todas las otras tentaciones siempre pueden fallar, pero estas dos siempre funcionan.

 
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