Edición nº 46
Diálogos con el Maestro
La tragedia | El
lenguaje de las señales
(Continúo reproduciendo aquí algunos fragmentos de conversaciones con mi maestro mantenidas entre 1982 a 1986).
-¿ Por qué existe tanta
tragedia y tanta miseria en el mundo?
- La tragedia y la miseria son dos
temas diferentes y muy extensos. ¿Sobre cuál de los
dos prefieres que hablemos?
- De momento sobre la tragedia. ¿Por
qué sufre el hombre?
- Da una mirada a la Biblia y encontrarás
un párrafo que dice "Lo que es bueno viene de Ti, ¡Oh,
mi Señor!. Lo que es malo también viene de Ti, mi
Señor. Por lo tanto ¿qué he de temer?"
- Pero aún así sufrimos.
- Sin duda. Pero toma en consideración
lo siguiente: de diez problemas que tenemos, nueve son creados por
nosotros mismos - a través de la culpa, del autocastigo,
de la autocompasión. Sin embargo, de vez en cuando aparece
un gran obstáculo en nuestro camino que fue colocado allí
por Dios y que tiene una única razón, que es ofrecernos
una oportunidad para cambiarlo todo, para caminar hacia adelante.
"¿Qué es la tragedia?
Un cambio radical en nuestras vidas, siempre unido al mismo principio:
la pérdida. El sufrimiento es siempre el resultado de una
pérdida, sea de alguien o de algo - como la salud, la belleza
o las condiciones financieras.
"Cuando te encuentras ante una
pérdida, no sirve de nada intentar recuperar lo que ya se
fue. Por otro lado, un gran espacio ha quedado abierto en tu vida,
y allí está, vacío, esperando ser llenado con
algo nuevo. En el momento de la pérdida, por más contradictorio
que parezca, estás ganando una gran porción de libertad.
Pero la mayoría de los hombres,
ante la tragedia, llenan ese espacio con dolor y amargura. No piensan
nunca que hay otras maneras de encarar lo inevitable".
-¿Cómo por ejemplo?
-En primer lugar, aprendiendo la
gran lección de los sabios: la paciencia, la certeza de que
todo - bueno o malo - es transitorio en esta vida. En segundo lugar,
utilizando este súbito cambio de rumbo para arriesgar sus
días en nuevas cosas que siempre soñaron hacer.
-Está claro en lo que se refiere
a cosas materiales. Pero, ¿y la muerte de alguien?
-En lo que se refiere a la muerte
ya hemos conversado mucho y sabes que ella no existe para aquel
que se fue - esta persona está disfrutando las delicias de
una transformación radical. La sensación de muerte
existe solamente para quien se queda aquí. Todo ser querido,
al partir, se transforma en nuestro protector; después de
pasado el período de duelo, debemos alegrarnos porque estamos
más protegidos. Igualmente un día estaremos del otro
lado, protegiendo a las personas que amamos aquí.
- Y aquellos a quienes odiamos...
- Exactamente lo que imaginas. Quedan
sujetos a nosotros por el sentimiento de la amargura. Por eso Jesús
dijo: "antes de ir al templo, vuelve y perdona a tu hermano".
Es necesario estar lavando constantemente el alma con el agua del
perdón.
- Volviendo a la tragedia...
- Existe algo que es imposible medir,
y es la intensidad del dolor. Sabemos que una persona está
sufriendo porque ella nos lo cuenta, pero no podemos evaluar exactamente
cuánto. Muchas veces intentamos comparar la actitud de una
persona ante la tragedia y terminamos por juzgarla más fuerte
o más débil de lo que realmente es. No compares el
dolor ajeno con nada; sólo quien está sufriendo sabe
por lo que está pasando.
Por consiguiente, cuando la tragedia
inevitable aparece, es preciso recordar estos tres puntos: aprovechar
la libertad de la pérdida, no juzgar el dolor y aprender
el arte de la paciencia. Ella destruirá 9/10 de aquello que
tú eres, pero el 1/10 restante te transformará en
una persona infinitamente más fuerte.