Edición nº 40

En busca del camino perdido  |  Historias del príncipe de las tinieblas

En busca del camino perdido

     Vamos por el mundo en busca de nuestros sueños e ideales, aún sabiendo que muchas veces colocamos en lugares inaccesibles todo aquello que tenemos al alcance de la mano. Cuando nos damos cuenta de nuestro error, pensamos que hemos perdido mucho tiempo buscando lejos lo que estaba cerca y, por ello, nos dejamos invadir por el sentimiento de culpa, por los pasos equivocados, por la búsqueda inútil y por los disgustos que hemos causado.
     No es exactamente así: aunque el tesoro esté enterrado en tu propia casa, sólo lo descubrirás cuando te alejes de él. Si Pedro no hubiera experimentado el dolor de la negación, no habría sido elegido jefe de la Iglesia. Si el hijo pródigo no lo hubiera abandonado todo, su padre jamás le habría recibido con una fiesta.
     Hay ciertas cosas en nuestra vida que llevan un sello que dice: "sólo entenderás mi valor cuando me pierdas -y me recuperes." No sirve de nada pretender acortar este camino.
     El monje cisterciense Marcos García, que vive en Burgos (España), comentaba: "a veces, Dios retira una bendición determinada para que la persona pueda comprenderle más allá de los favores y las peticiones. Él sabe hasta qué punto puede poner a prueba un alma y nunca va más allá de este punto.
     "En estos momentos, nunca debemos decir que Dios nos ha abandonado. Él nunca lo haría, somos nosotros quienes a veces Le abandanamos. Si el Señor nos impone una gran prueba, también nos dará las gracias suficientes -más que suficientes, diría yo- para que podamos superarla. Cuando nos sintamos lejos de Su rostro, debemos preguntarnos: ¿sabemos aprovechar lo que Él ha puesto en nuestro camino?"
     En Japón, me invitaron a visitar Guncan-Gima, donde hay un templo de budismo zen. Cuando llegué quedé sorprendido: la bellísima construcción estaba en el centro de un bosque inmenso, pero a su lado había un gigantesco terreno baldío. Pregunté el motivo de aquel terreno y el encargado me explicó:
     -Es el solar de la próxima construcción. Cada veinte años destruimos el templo que estás viendo y lo reconstruimos al lado.
     "De esta manera, los monjes carpinteros, albañiles y arquitectos tienen la posibilidad de ejercitar continuamente sus habilidades y enseñarlas -en la práctica- a sus aprendices. Así, también les demostramos que nada es eterno y que incluso los templos están en un constante proceso de perfeccionamiento."
     Si estás recorriendo el camino de tus sueños, debes comprometerte con él. No dejes abierta la puerta de salida con la disculpa de que "esto no es exactamente lo que yo quería." Esta frase -tan utilizada- guarda en su seno la semilla de la derrota.
Asume tu camino. Aunque te sea necesario dar pasos inciertos, destruir y construir constantemente, aunque sepas que podrías hacer mejor lo que estás haciendo. Si aceptas tus posibilidades en el presente, con toda seguridad mejorarás en el futuro.
     Al Maestro Achaan Chah le regalaron un bonito terreno para que pudiera edificar un templo. Chah, que debía viajar por algún tiempo, dejó la construcción en manos de sus discípulos.
     Cuando regresó -al cabo de cinco meses- aún no habían hecho nada. Los discípulos habían encargado varios planos a los arquitectos de la zona.
     Un discípulo preguntó a Chah:
     -¿Cuál de estos proyectos debemos llevar adelante? ¿Qué debemos hacer para tomar la decisión correcta?
     Chah respondió:
     -Cuando se quiere hacer el bien, los resultados son siempre buenos.
     Libres del miedo a equivocarse, tomaron una decisión y el resultado fue magnífico.
     Enfréntate a tu camino con valor, no temas la crítica de los demás. Y, sobre todo, no dejes que te paralice tu propia crítica.
     Dios es el Dios de los valientes.

 
Edición nº40