Edición nº 33

La vuelta al mundo después de muerta  |  Cuatro historias judaicas

Cuatro historias judaicas

Lo que me hace sufrir

     El rabino Moshe de Sassov reunió a sus discípulos para decir que finalmente había aprendido como amar a su prójimo. Todos pensaron que el santo hombre había tenido una revelación divina, pero Moshe lo negó.
     - En verdad - comentó él - cuando salía de casa esta mañana para hacer algunas compras vi a mi vecina Esther hablando con su hijo. Ella le preguntó:
     "¿Me quieres?"
     El hijo le respondió que sí. Entonces Esther insistió:
     "¿Sabes lo que me hace sufrir?"
     "No tengo la menor idea" respondió el hijo.
     "¿Cómo puedes quererme si no sabes lo que me hace sufrir? Procura descubrir pronto las cosas que me hacen infeliz, pues solo así tu amor será impecable."
     Y el rabino Moshe de Sassov concluyó.
     El verdadero amor es aquel que consigue evitar sufrimientos innecesarios,

Lo que alegra a Dios

     En el día de la alegría de la Torah, los alumnos de Baal-Shem lo festejaban bebiendo el vino del maestro. La mujer del rabino protestó:
     "Si se beben el vino no quedará nada para la santificación" dijo
     "Pues acaba la fiesta" respondió el rabino.
     La mujer se dirigió a la sala donde los alumnos bebían. Pero en cuanto abrió la puerta cambió de idea y volvió a su marido.
     "¿Por qué no has hecho nada?" preguntó Baal-Shem.
     " Porque bailaban, cantaban y se alegraban de vivir", respondió la mujer. "No tuve valor".
     "Has entendido todo: es así que Dios recibe la gratitud de sus fieles, viendo que están contentos. Vuelve y sírveles más vino", concluyó él.

El labio sellado

     El discípulo del rabino Nachman de Bratzlava lo fué a buscar y le dijo:
     "No consigo hablar con Dios"
     "Esto sucede con frecuencia", comentó Nachman. "Sentimos que la boca está sellada, o que las palabras no aparecen. Sin embargo, el simple hecho de hacer un esfuerzo para superar la situación ya es una actitud beneficiosa".
     "Pero no es suficiente" insistió el discípulo.
     "Tienes razón. En estos momentos, lo que se debe hacer es mirar hacia arriba y decir "¡Dios mío, estoy tan lejos de Tí que no consigo ni creer en mi voz!".
Porque, en verdad, Dios escucha y responde siempre. Somos nosotros los que no conseguimos hablar, por miedo a que no nos preste atención".

La plegaria de los rebaños

     La tradición judaica cuenta la historia de un pastor que siempre decía al Señor: "Maestro del Universo, si tuvieras un rebaño, yo te lo cuidaría gratuitamente, puesto que Te amo".
     Cierto día, un sabio escuchó la extraña plegaria. Preocupado con lo que pensó ser una ofensa a Dios, enseñó al pastor los rezos que conocía. Pero en cuanto se separaron, el pastor olvidó las oraciones y como le había entrado miedo de ofender a Dios con su oferta para guardar rebaños, decidió abandonar por completo toda conversación con Él.
     Aquella misma noche, el sabio tuvo un sueño: "¿Quien guardará los rebaños del Señor? - preguntaba un ángel - el pastor rezaba con su corazón y tú le has enseñado a rezar solo con la boca".
     Al día siguiente el sabio volvió al campo, pidió perdón al pastor e incluyó la Plegaria del Rebaño en su libro de salmos.

 
Edición nº33