Edición nº 32
La ciudad y
las dos calles | El
budismo zen
Dos proverbios
africanos
Muchas veces EL GUERRERO DE LA LUZ
ONLINE ha transcrito algunos de los textos clásicos de la
escuela Zen. Sin embargo ¿qué quiere decir exactamente
eso? Como explica el Ming Zhen Shakya, el Zen es para el Budismo
así como la cábala para el Judaismo, la contemplación
para el Cristianismo, la danza sufi para el Islam: o sea, la práctica
mística de enseñanzas filosóficas o espirituales.
La escuela zen nace en China, mezclando
el budismo venido del Nepal con las tradiciones locales del taoismo
(que discutiremos en el futuro). Entre los años 700 y 1200,
sucesivos monjes viajan al Japón y allí desarrollan
dos tipos de meditación basados en la postura física:
el estilo Rinzai predica que todo ser humano puede alcanzar la iluminación
si vive su existencia con respeto y sobriedad, mientras que el estilo
Soto predica la importancia de un largo entrenamiento para que este
objetivo sea alcanzado.
Para la mayoría de las religiones,
un hombre iluminado es aquel que consigue librarse de su propio
egoismo, entiende que no pasa de ser una pequeña, aunque
importante pieza, en el gran plan de Dios, y hace lo posible para
concentrarse en el buen funcionamieno de esta pieza. A medida que
avanza en esta dirección, las cosas superfluas van perdiendo
su importancia y con eso el propio sufrimiento se aleja.
Para los maestros Zen, todos nosotros
tenemos un conocimiento intuitivo de la razón de nuestra
existencia. Por lo tanto la mayoría de las enseñanzas
filosóficas o religiosas son solo maneras de provocar, en
el interior de cada uno, el contacto con esta sabiduría que
ya está allí - enterrada debajo de muchas capas de
prejuicios, culpa, confusión mental e ideas falsas respecto
de nuestra propia importancia.
El budismo Zen - principalmente aquel
que sería elaborado a partir del estilo Soto - desarrolló
una serie de técnicas para que el ser humano pueda llegar
hasta esta paz y comprensión interior. Para nosotros, que
tenemos una visión más occidental de la búsqueda
interior, estas técnicas están profundamente relacionadas
con las palabras de Jesús en el evangelio de San Mateo: "Cuando
reces entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora al Padre en secreto;
y el Padre, que todo lo oye en secreto, te comprenderá".
El practicante zen busca un lugar
tranquilo y allí se sienta en una posición en la que
pueda mantener su equilibro durante largo tiempo, pero sin tener
la columna apoyada. Por causa de eso la postura más conocida
lo muestra con las piernas cruzadas y las manos entrelazándose
en la frente, sobre el sexo. Algunos monasterios que visité
en el Japón usaban una especie de almohada de cuero de manera
que elevara ligeramente el cuerpo, permitiendo una mejor circulación
de sangre por las piernas.
A partir de ahí se debe procurar
mantener la inmovilidad durante el mayor tiempo posible, mientras
se obedecen algunas reglas simples. La cabeza debe quedar inclinada
hacia abajo, los ojos no se deben fijar en nada, pero tampoco deben
estar cerrados, para evitar la somnolencia. Se observa la respiración
pero no se intenta manipular su ritmo; éste ha ser lo más
natural posible, ya que a medida que el zazen (este es el nombre
de la postura) progresa, la tendencia es que las inspiraciones y
expiraciones se tornen más pausadas y más lentas.
Aun cuando muchas personas que afirman
conocer las técnicas de meditación consideren que
es necesario "vaciar la cabeza" todos nosotros - y todos
los grandes maestros del zen - sabemos que eso es imposible. Por
consiguiente la idea central no es intentar el control del pensamiento,
ni de las emociones, ni buscar un contacto espiritual con Dios;
todo eso llegará en su momento, a medida en que nos vayamos
calmando.
Como la práctica del zen es
extremadamene simple, sin ninguna connotación religiosa o
filosófica, ella nos ayuda - paradojalmente - a conectarnos
mejor con Dios y a responder de manera inconsciente a nuestras dudas.
La próxima vez que te encuentres en tu casa sin nada que
hacer, y pensando que todo tu entorno es tedioso y repetitivo ,
intenta sentarte en un lugar tranquilo, quedarte inmóvil,
y dejar que el mundo corra a tu alrededor.
Te darás cuenta de que para
hacer cosas muy importantes en la vida a veces es necesario permitirse
no hacer nada.