Edición nº 30

Diálogos con el maestro - el trabajo  |  Dos historias zen sobre la búsqueda de la felicidad

Dos historias zen sobre la búsqueda de la felicidad

El orden natural

     Un hombre muy rico pidió a un maestro zen un texto que le hiciese siempre recordar lo feliz que era con su familia.
     El maestro zen tomó un pergamino y con una linda caligrafía escribió:
      "El padre muere. El hijo muere. El nieto muere"
     - ¡Cómo! - dijo furioso el hombre rico - ¡Yo le pedí algo que me inspirase, una enseñanza que fuera siempre contemplada con respeto por mis próximas generaciones, y usted me da algo tan depresivo y deprimente como estas palabras!
     - Usted me pidió algo que le recordara siempre la felicidad de vivir junto a su familia. Si su hijo muere antes, todos serán arrasados por el dolor. Si su nieto muere, será una experiencia insoportable.
     Sin embargo, si su familia va desapareciendo en el orden que coloqué en el papel,se trata del curso natural de la vida. Así, aunque todos pasen por momentos de de dolor, las generaciones continuarán, y su legado subsistirá mucho tiempo.

Cada uno con su destino

     Un samurai, conocido por todos por su nobleza y honestidad, fue a visitar a un monje zen en busca de consejos, No obstante, en cuanto entró en el templo donde el maestro rezaba, se sintió inferior, y concluyó que a pesar de haber pasado toda su vida luchando por la justicia y la paz, no se había ni tan siquiera acercado al estado de gracia del hombre que tenía frente a él.
     - ¿Por qué me estoy sintiendo tan inferior? - le preguntó, no bien el monje hubo acabado de rezar. - Ya me enfrenté muchas veces con la muerte, defendí a los más débiles, sé que no tengo nada de qué avergonzarme. Sin embargo, al verlo meditando, he sentido que mi vida no tenía la menor importancia.
     - Espera. En cuanto haya atendido a todos los que me han buscado hoy, te daré la respuesta.
     Durante todo el día el samurai se quedó sentado en el jardín del templo, viendo como las personas entraban y salían en busca de consejos. Vió como el monje atendía a todos con la misma paciencia y la misma sonrisa luminosa en su rostro. Pero su estado de ánimo iba de mal en peor, pues había nacido para actuar, no para esperar.
     Por la noche, cuando ya todos habían partido, insistió:
     - ¿Ahora podrá usted enseñarme?
     El maestro lo invitó a entrar y lo llevó hasta su habitación. La luna llena brillaba en el cielo y todo el ambiente respiraba una profunda tranquilidad.
     -¿Ves esta luna, qué bonita es? Ella cruzará todo el firmamento y mañana el sol volverá a brillar. Solo que la luz del sol es mucho más fuerte y consigue mostrar los detalles del paisaje que tenemos a nuestra frente: árboles, montañas, nubes. He contemplado a los dos durante años, y nunca escuché a la luna decir "¿Por qué no tengo el mismo brillo que el sol? ¿es que quizás soy inferior a él?"
     - Claro que no - respondió el samurai - la luna y el sol son dos cosas diferentes, y cada uno tiene su propia belleza. No podemos comparar a los dos.
     Entonces, ya sabes la respuesta. Somos dos personas diferentes, cada cual luchando a su manera por aquello que cree, y haciendo lo posible para tornar a este mundo mejor; el resto son solo apariencias.

 
Edición nº30