Edición nº 23
Diálogos
con el maestro - la estrategia | Cuento
- La ley y las frutas
Reflexiones
del Guerrero de la Luz
En el desierto, las frutas eran
raras. Dios llamó a uno de sus profetas y le dijo:
- Cada persona solo puede comer una
fruta por día.
La costumbre fue obedecida durante
generaciones, y así se preservó la ecología
local. Como las frutas restantes daban semillas, surgieron otros
árboles. Pronto toda la región se transformó
en un suelo fértil, envidiado por las otras ciudades.
El pueblo, no obstante, continuaba
comiendo una sola fruta diaria, fiel a la recomendación formulada
por un antiguo profeta a sus antepasados. Además, no dejaban
que los habitantes de otras aldeas se aprovecharan de la abundante
cosecha que se obtenía todos los años.
El resultado era uno solo: las frutas
se pudrían en el suelo.
Dios llamó a un nuevo profeta
y le dijo:
- Deja que coman las frutas que quieran.
Y pide que compartan el hartazgo con sus vecinos.
El profeta llegó a la ciudad
con el nuevo mensaje. Pero terminó siendo apedreado, puesto
que la costumbre estaba arraigada en el corazón y en la mente
de cada uno de los habitantes.
Con el tiempo, los jovenes de la aldea
comenzaron a cuestionarse sobre aquella costumbre bárbara.
Pero como la tradición de los viejos era intocable, decidieron
alejarse de la religión. Así podían comer todas
las frutas que quisieran, y dar el resto a los que necesitaban alimento.
En la iglesia local, solo permanecieron
los que se creían santos. Pero que, en realidad, eran personas
incapaces de ver que el mundo se transforma, y que tenemos que transformarnos
con él.