Edición nº 02

Diálogo con el Maestro - El sexo (final)  |  Cuento - Nasrudin y el huevo
Reflexiones del Guerrero de la Luz

Diálogo con el Maestro - El sexo (final)

(continúo la transcripción de notas de mis conversaciones con J., en el período de 1982 a 1990).
      - Ya que tenemos que cambiar nuestra actitud con relación al sexo, ¿cuál es el primer paso?
      - Ya te lo dije: la entrega. Las personas piensan que, antes de permitirse cualquier placer, necesitan resolver todos sus problemas, y no es exactamente así. Las personas solo resuelven sus problemas cuando se permiten ser ellas mismas.
     Sucede, sin embargo, una cosa muy curiosa: en el acto sexual somos extremadamente generosos, y nuestra mayor preocupación es justamente con respecto a nuestra pareja. Pensamos que no conseguiremos darle el placer que se merece, y a partir de ahí nuestro placer también disminuye o desaparece por completo.
      - ¿No es un acto de amor, como decías?
      - Depende. En verdad es un acto de culpa, de encontrarse siempre por debajo de las expectativas de los otros. En una situación como esa, la palabra "expectativa" debe ser desterrada por completo. Si estamos dando lo mejor de nosotros mismos, no hay de qué preocuparse.
     Es preciso ser conscientes de que cuando dos cuerpos se encuentran, están entrando juntos en un territorio desconocido. Transformar eso en una experiencia cotidiana es perder la maravilla de la aventura.
     Si, entretanto, nos dejamos guiar en este viaje, terminaremos descubriendo horizontes que nunca hubiéramos podido imaginar que existieran".
     - ¿ Existe alguna llave?
     - La primera es: tú no estás solo. Si la otra persona te ama, está sintiendo las mismas dudas, por más segura que pueda parecer.
     La segunda: abre la caja secreta de tus fantasías y no tengas miedo de aceptarlas. No existe un patrón sexual, y tú necesitas encontrar el tuyo, respetando solamente una prohibición: jamás hacer nada sin el consentimiento del otro.
     La tercera: da a lo sagrado el sentido de lo sagrado. Para eso es necesario tener la inocencia de una niño y aprender a aceptar el milagro como una bendición. Sé creativo, purifica tu alma a través de rituales que tú mismo inventas - como crear un espacio sagrado, hacer ofrendas, aprender a reír junto al otro para romper las barreras de la inhibición. Entiende que lo que estás haciendo es una manifestación de la energía de Dios.
     La cuarta: explora tu lado opuesto. Si eres hombre, procura a veces pensar y actuar como una mujer, y viceversa.
     La quinta: entiende que el orgasmo físico no es exactamente el único objetivo de una relación sexual, sino una consecuencia, que puede suceder o no. El placer nada tiene que ver con el orgasmo, sino con el encuentro.
     La sexta: sé como un río, fluyendo entre dos márgenes opuestas, como montaña y arena. De un lado está la tensión natural, del otro está la relajación completa.
     La séptima: identifica tus miedos, y compártelos con tu pareja.
     Y, finalmente, la octava: permítete sentir placer. Así como estás ansioso para dar, la otra persona también quiere hacer lo mismo. Si cuando dos cuerpos se encuentran, ambos quieren dar y recibir, los problemas desaparecen.
     Dice Alejandro Lowen que el comportamiento natural del ser humano es estar abierto a la vida y al amor. Sin embargo, nuestra cultura nos hace creer que no es así, que debemos estar cerrados y desconfiados. Pensamos que actuando de esta manera no seremos heridos por las sorpresas de la vida pero lo que sucede en realidad es que no la estamos aprovechando nada.

 
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