Edición nº 87

De la importancia de los aliados

De la importancia de los aliados

     El guerrero de la luz que no comparte con los demás la alegría de sus decisiones, jamás conocerá sus propias cualidades y defectos.
     Por lo tanto, antes de empezar a hacer nada, busca aliados, gente que se interesa por lo que estás haciendo.
     No digo: “busca otros guerreros de la luz.”
     Digo: encuentra personas con diferentes habilidades, porque la lucha de un guerrero por sus sueños no se diferencia de cualquier otro camino seguido con entusiasmo.
     Tus aliados no serán necesariamente aquellas personas a quienes todos miran, ante quienes se deslumbran y de quienes afirman: “no hay nadie mejor.” Muy al contrario: son personas que no temen errar, y por lo tanto yerran mucho. Es por ello que lo que hacen no siempre es elogiado o reconocido.
     Pero es este tipo de persona el que transforma el mundo, y tras muchos errores consigue acertar con algo que marcará la diferencia en su comunidad.
     Los aliados son personas que no pueden esperar a que las cosas sucedan para después decidir cuál es la mejor postura que se puede adoptar: ellos deciden a medida que actúan, aun sabiendo que ese tipo de comportamiento es muy arriesgado.
     Convivir con los aliados es importante para un guerrero de la luz; juntos, todos entienden que, antes de escoger el objetivo, son libres de cambiar de idea. Pero, después de haber determinado el objetivo, se concentran sólo en los pasos que deben dar. Y a medida que caminan, piensan: “cada paso requiere mucho esfuerzo, pero vale la pena correr el riesgo, vale la pena apostar la propia vida.”
     Los mejores aliados son aquellos que no piensan como la mayoría de la gente. Por eso, al buscar compañeros para compartir el entusiasmo por el sueño, es importante creer en la intuición, y no dar importancia a los comentarios ajenos. La mayor parte de los seres humanos siempre juzga a los demás teniendo como modelo sus propias limitaciones, y a veces la opinión de la mayoría está llena de miedos y prejuicios.
     Únete a todos los que experimentan, se arriesgan, caen, se hacen daño, y se vuelven a arriesgar. Apártate de aquellos que afirman verdades, critican a quienes no piensan como ellos, jamás darían un paso sin estar seguros de que se les respetará por ello, y prefieren la comodidad de la certeza que la tensión de la duda.
     Únete a los que se exponen y no temen ser vulnerables: éstos miran lo que hace su prójimo, no para juzgarlo, sino para admirarlo por su valentía y dedicación.
     Tal vez el guerrero se sienta tentado a pensar que su sueño no interesa a todo el mundo, como por ejemplo a los panaderos o a los agricultores. Pero ellos tendrán en el guerrero de la luz un buen modelo de perseverancia y valor. Y un panadero tiene muchas cosas que enseñar, tales como la mezcla exacta de los ingredientes, que se basa más en la intuición que en la técnica. Un agricultor puede mostrar la importancia de la paciencia, del sudor, del respeto a las estaciones, y de la inutilidad de blasfemar contra las tormentas, porque es una pérdida de tiempo.
     Por lo tanto, cada uno tiene algo diferente que enseñar, y es la suma de estas diferencias lo que llamamos “sabiduría.”
     Únete a los que son flexibles, y entienden las señales del camino. Son personas que no dudan en cambiar su rumbo cuando se encuentran con una barrera infranqueable, o cuando vislumbran una oportunidad mejor. Poseen la cualidad del agua: deslizarse entre las rocas, adaptarse al curso del río, a veces transformarse en lago, hasta que la depresión esté llena y pueda continuar su camino, pues el agua no olvida que su destino es el mar, y tarde o temprano deberá llegar hasta él.
     Únete a los que jamás dirán: “ya he terminado, tengo que parar aquí.” Porque así como el invierno sigue a la primavera, nada termina nunca, y la senda del guerrero es un camino sin fin. Después de alcanzar su objetivo, encuentra un nuevo desafío, y hay que volver a empezar, poniendo siempre en práctica todo lo que aprendió mientras caminaba.
     Únete a los que cantan, cuentan historias, disfrutan de la vida, y tienen alegría en los ojos. Porque la alegría es contagiosa, y siempre impide que la gente se deje paralizar por la depresión, la soledad y las dificultades.
     Únete a quien camina con la cabeza erguida, aunque tenga lágrimas en los ojos. Apártate de quien camina con la cabeza erguida porque nunca lloró, porque nunca miró a los lados.
     Un verdadero guerrero de la luz no confunde la arrogancia con la autoridad, la alegría con la superficialidad, la persistencia con la impaciencia. Él tiene sus dudas, a veces se siente oprimido por la soledad, pero sabe que existe mucha gente que piensa como él, y que encontrar a sus verdaderos aliados es tan sólo cuestión de tiempo.

 

 
Edición nº 87