Edición nº 82

Los maestros cotidianos

Acerca de los maestros cotidianos

     Afuera, la ciudad de Oslo se prepara para el invierno. En el bar converso con una popularísima cantante europea. Discutimos sobre la fama, el éxito, y en un momento dado ella me pregunta si tengo algo importante para enseñarle.
     Claro que no – respondo. – Tú vives tu vida como quien sabe que un día morirá, y eso es lo más importante. Sin embargo, puedo proponerte una tarea: durante los próximos seis meses, escribir un diario llamado “el maestro cada día”. Siempre aprendemos algo diferente entre la mañana y el atardecer: ¿ qué tal registrar eso?
     Ella acepta la tarea. Seis meses después, recibo una copia de su diario con anotaciones interesantísimas, lecciones de personas con las cuales se cruzó apenas una vez, pero que seguramente quedarán para siempre. Aquí transcribo algunas de las cosas más importantes.

Aceptándose a sí misma
     Al mirar a los otros aprendí quien soy. Tengo miedo de no ser tan buena como piensan, pero creo que todos piensan eso respecto de sí mismos. Durante el tiempo que escribí este diario, acepté finalmente que tengo el valor suficiente como para tener miedo, y para contemplarme sin artificios. Tengo la suficiente seguridad como para sentirme insegura.
     Vi que las personas procuran proyectar algo de sus inseguridades en tí, de la misma manera que tú las proyectas en ellas. Ellas intentan disminuirnos porque se sienten pequeñas, intentan amedrentarnos porque no están convencidas de que son capaces.

En busca del amor
     Encontré hoy un coreano que leyó mis manos, un tipo gracioso, que es un sabio para los otros, aun cuando sea incapaz de aprender lo que enseña. Claro que, como todos los quiromantes, creyó que yo estaba interesada en saber sobre mi vida afectiva, y me recordó cosas que siempre necesito volver a escuchar:
     a) que yo busco al mismo tiempo seguridad y aventura, y esas dos cosas no combinan entre sí ( no le dije nada, pero si tuviera que elegir, me quedo con la aventura).
     b) Me enamoro con mucha rapidez, y me hastío con la misma velocidad. “Aprenda a quererse a usted misma”, dijo. Mi problema no es exactamente el amor, porque consigo enamorarme facilmente - mi problema es demostrar ese amor, es cómo me relaciono con los otros.
      c) Por qué entro en tantas relaciones frustradas con tantos hombres? Porque pienso que siempre tengo que estarme relacionando con alguien – y así me obligo a ser fantástica, inteligente, sensible, excepcional. El esfuerzo de seducir me obliga a dar lo mejor de mí, y eso me ayuda. Aparte de eso, es muy difícil convivir conmigo misma.

Evitando mantener el control o ser controlada
     Si yo reacciono tal como las personas esperan que lo haga, me torno esclava de ellas – y esta leccion sirve tanto para el amor como para el trabajo. Es muy difícil evitar que esto suceda, porque estamos siempre prontos para agradar a alguien, o a partir hacia la guerra cuando nos provocan; pero las personas y las situaciones son consecuencias de la vida que yo elegí, y no lo contrario.

Sobre los ex-amantes
     Un amigo me preguntó hoy qué es lo que hay de común entre todos mis amantes. La respuesta fue facil: YO. Y al ver eso, me dí cuenta del tiempo que he perdido en busca de la persona adecuada, porque ellos cambian, yo permanezco la misma, y no aprovecho nada de lo que vivimos juntos.
     ¿Qué es lo que hace que yo me aleje de hombres que podrían ser importantes en mi vida? ¿La necesidad de siempre de mantener el control. Lo más curioso es que, cuando comienzo a demostrar celos, o cuando no aguanto más la relación amorosa, los hombres antes tan independientes, tan llenos de sí mismos, se transforman en corderos asustados. Les entra miedo de perderme. En ese momento, ya no consigo respetarlos más, y la relación se hace imposible.
     El amigo insistió: ¿Ya amaste alguna vez a alguien? Siempre tuve miedo a esa pregunta. Pero Paulo me pidió que escribiera este diario y tengo que responderla. No, nunca amé a nadie. Tuve muchos hombres, pero siempre permanecí esperando a la persona adecuada. Conocí el mundo entero, y no conseguí encontrar el hogar que buscaba. Ya controlé, fui controlada, y la relación no pasó de eso.
     Ahora que he respondido “no, nunca amé” me siento más libre. Entiendo lo que está faltando en mi vida.

 
Edición nº82