Edición nº 76

Creyendo en lo imposible

Creyendo en lo imposible

     William Blake dice en uno de sus textos: “todo aquello que hoy es una realidad, antes era apenas parte de un sueño imposible”; y por causa de eso tenemos hoy el avión, los vuelos espaciales, la computadora, donde en este momento escribo la columna, etc. En su primera obra maestra “Alicia a través del espejo”, Lewis Carroll describe un diálogo entre el personaje principal y la reina, que había acabado de contar algo extraordinario.
     - No puedo creerlo – dice Alicia
     -¿No puedes? – repite la reina con aire triste.– Intenta de nuevo: respira hondo, cierra los ojos y cree.
     Alicia se ríe:
     -No sirve de nada probarlo. Solo los tontos creen que puedan suceder las cosas imposibles.
     -Me parece que te falta un poco de práctica –responde la reina– Cuando yo tenía tu edad me entrenaba por lo menos media hora diaria. Después de desayunar, hacía lo posible para imaginar cinco o seis cosas increíbles que podrían cruzarse en mi camino, y hoy veo que la mayor parte de las cosas que imaginé se hicieron realidad, inclusive me volví reina por causa de eso.
     La vida nos pide constantemente “¡cree!”. Creer que un milagro puede suceder en cualquier momento es necesario para nuestra alegría, pero también para nuestra protección, o para justificar nuestra existencia. En el mundo actual mucha gente juzga imposible acabar con la miseria, tener una sociedad justa, disminuir la tensión religiosa que parece aumentar cada día.
     La mayor parte de la gente evita la lucha bajo los más diversos pretextos: conformismo, madurez, sentido del ridículo o sensación de impotencia. Vemos la injusticia que se aplica a nuestro prójimo y nos quedamos callados: “No voy a meterme en peleas” es la explicación.
     Ésta es una actitud cobarde. Quien recorre un camino espiritual carga consigo un código de honor que debe ser cumplido; la voz que clama contra lo que está mal siempre es oída por Dios.
     A pesar de eso, de vez en cuando escuchamos el siguiente comentario:
     “Vivo teniendo fe en sueños, muchas veces procuro combatir la injusticia, pero siempre termino decepcionado”.
     Un guerrero de la luz sabe que ciertas batallas imposibles merecen ser libradas y por eso no teme las decepciones, ya que conoce el poder de su espada y la fuerza de su amor. Él rechaza con vehemencia a quienes son incapaces de tomar decisiones y están siempre procurando transferir a los otros la responsabilidad de todo lo malo que ocurre en el mundo.
     Si él no lucha contra lo que está mal – aun cuando parezca superior a sus fuerzas – jamás encontrará el camino correcto.
     Mi editor iraní, Arash Hejasi, me envió una vez un texto que decía:
     “Hoy una gran lluvia me sorprendió mientras caminaba por la calle... gracias a Dios tenía mi paraguas y mi impermeable. Sin embargo, ambos estaban en el maletero del coche, estacionado bien lejos. Mientras corría a buscarlos, pensaba qué extraña señal estaba recibiendo de Dios: tenemos siempre los recursos necesarios para enfrentar las tempestades que la vida nos prepara, pero la mayor parte de las veces estos recursos están encerrados en el fondo de nuestros corazones, lo que nos hace perder un tiempo enorme intentando encontrarlos, y cuando los encontramos, ya hemos sido derrotados por la adversidad.
     Estemos, por lo tanto, siempre preparados, pues en caso contrario o perderemos la oportunidad o perderemos la batalla.

 
Edición nº76