Edición nº 73

Los dos dioses | ¿Quién quiere ir al cielo?
El combustible | Sobre nuestras posibilidades

En este número

Los dos dioses
     Existen dos dioses:
     El dios que nuestros profesores nos enseñaron y el Dios que nos enseña.
     El dios sobre el cual las personas acostumbran a hablar y el Dios que habla con nosotros.
     El dios que aprendemos a temer y el Dios que nos habla de misericordia.
     El dios que está en las alturas y el Dios que participa de nuestra vida diaria.
     El dios que nos cobra y el Dios que perdona nuestras deudas.
     El dios que nos amenaza con los castigos del infierno y el Dios que nos muestra el mejor camino.

     Existen dos dioses:
     Un dios que nos aleja por nuestras culpas y un Dios que nos llama con Su amor.

¿Quién quiere ir al cielo?
     Un cura - que veía al diablo en los placeres de la vida - fue al bar de la ciudad y pidió a todos los que allí se hallaban que compareciesen en la iglesia aquella tarde. Todos obedecieron. Con la iglesia llena, el padre clamó:

     -¡Acaben con tanta bebida! ¡Quién quiera ir al cielo, que levante su mano derecha!
     La iglesia entera levantó el brazo, menos Manuel, que era considerado un hombre digno, cumplidor con sus deberes.
     Sorprendido, el padre preguntó:
     - ¿Y tú, Manuel, no quieres ir al cielo cuando te mueras?
     - ¡Claro que quiero! Pero aún no disfruté la vida que Dios me dio, y usted está queriendo llevarme ahora!

El combustible
     - Maestro ¿qué es la fe?
     El maestro pidió al discípulo que encendiese una hoguera. Ambos se sentaron frente a ella y permanecieron contemplando el fuego.
     - He aquí la fe - dijo el maestro. - Es la leña de la hoguera. El combustible que mantiene encendida la llama de Dios en nuestro corazón.
     - Pero la leña precisa de una centella para transformarse en luz.
     - Existen varias centellas. La más común se llama Voluntad. Basta querer tener fe y ella aparece en nuestro camino.
     - ¿Aun cuando hayamos pasado la vida entera sin creer en nada?
     - Siempre creemos, incluso sin reconocer o aceptar, y por eso es tan fácil despertar la chispa. Y además, cuanto más vivimos más nos aproximamos a Dios:
La leña vieja quema siempre con más facilidad.

Sobre nuestras posibilidades
     Anoto en mi computador algunas palabras de K. Casey que leí en una revista en el avión:
     "¡Qué curiosa es la raza humana, tan parecida y tan diferente! Somos capaces de trabajar juntos, construir las Pirámides de Egipto, la Gran Muralla de China, las Catedrales de Europa y los Templos del Perú. Podemos componer músicas inolvidables, trabajar en hospitales, crear nuevos programas informáticos.
     Pero en algun momento todo esto pierde su significado y nos sentimos solos, como si formásemos parte de otro mundo, diferente de aquel que ayudamos a construir.
     A veces, cuando otros necesitan nuestra ayuda, nos desesperamos porque eso nos impide aprovechar la vida. Otras veces, cuando nadie nos necesita, nos sentimos inútiles. Pero somos así, seres humanos complejos, que ahora estamos empezando a entendernos; no vale la pena desesperarse por causa de ello."

 
Edición nº73