Edición nº 53
Historias de amigos y desconocidos
Un sueño y una realidad
Un amigo mío, Bruno Saint
Cast, trabaja en la implantación de alta tecnología
en Europa. Cierta noche, se despertó de madrugada y no consiguió
volverse a dormir, sentía la necesidad de escribir una carta
sobre un viejo amigo de adolescencia que había encontrado
en Tahití.
Aun sabiendo que tendría que
pasar el día siguiente trabajando, Bruno empezó a
escribir una historia extraña, donde el tal amigo, John Salmon,
hacía un largo viaje desde la Patagonia hasta Australia.
Mientras escribía, sentía una sensación de
libertad muy grande, como si la inspiración brotase sin ninguna
interferencia.
En cuanto acabó de escribir
el relato, recibió una llamada telefónico de su madre:
acababa de saber que John Salmon había muerto.
El libro de Camus
Un periodista perseguía al
escritor francés Albert Camus, pidiendo que le explicara
detalladamente su trabajo. El autor de La peste se negaba. "Yo
escribo y los lectores juzgan según entienden".
Pero el periodista no desistía.
Cierta tarde consiguió encontrarlo en un café de París.
"La crítica considera
que usted nunca aborda un tema profundo" le dijo. "Yo
le preguntaría ahora: ¿si tuviera que escribir un
libro sobre la sociedad, aceptaría el desafío?"
"Claro", respondió
Camus. "El libro tendría cien páginas. Noventa
y nueve serían en blanco, pues no hay nada que decir. Al
final de la centésima página escribiría "El
único deber del hombre es amar".
En el metro de Tokio
Terry Dobson viajaba en un metro
en Tokio cuando entró un borracho y empezó a ofender
a todos los pasajeros.
Dobson, que llevaba varios años
estudiando artes marciales, se enfrentó a él.
"¿Qué es lo que
quiere?" le preguntó el borracho.
Dobson se preparó para atacarlo.
En ese momento, un viejecito sentado en uno de los bancos, los llamó:
"¡Ei!"
"Ahora voy a acabar con ese extranjero
y después vengo a por usted", dijo el borracho.
"Yo también acostumbro
a beber" dijo el viejo. "me siento todas las tardes con
mi mujer y tomamos sake. ¿Usted tiene mujer?"
El borracho quedó confundido
y respondió: "No tengo mujer, no tengo a nadie. Solo
tengo vergüenza de mi mismo".
El viejo le pidió que se sentara
a su lado. Cuando Dobson bajó en la estación, el hombre
estaba llorando.
En el lugar deseado
Claudia Martins sirve nuestra mesa
en un café en San Diego, California.
Conocí a Claudia en el Brasil
cuatro años antes, y cuento a los amigos la vida que lleva
en los Estados Unidos: duerme solamente tres horas, pues trabaja
en el café hasta tarde y es baby sitter (canguro) el día
entero.
"No sé como aguanta"
dice alguien.
"Existe un cuento budista sobre
una tortuga" responde una argentina de nuestra mesa.
"Ella caminaba por un pantano,
sucia de barro, cuando pasó delante de un templo. Allí
vio un caparazón de tortuga, enteramente adornado de oro
y piedras preciosas.
"No te envidio, vieja amiga"
pensó la tortuga. "Tú estás cubierta de
joyas, pero yo estoy haciendo lo que quiero."
Pelando naranjas
Ernest Hemingway, el autor del clásico "El viejo
y el mar" mezclaba momentos de dura actividad física
con períodos de inactividad total. Antes de sentarse para
escribir paginas de una nueva novela, pasaba horas pelando naranjas
y contemplando el fuego.
Cierta mañana, un periodista notó este extraño
hábito.
"¡No cree usted que está perdiendo el tiempo?"
preguntó el periodista. "Siendo tan famoso como es,
¿no debería de hacer cosas más importantes?"
Estoy preparando a mi alma para escribir, como un pescador prepara
su material antes de salir al mar" respondió Hemingway.
" Si él no lo hiciera, y creyera que solo es importante
el pez, jamás conseguiría nada".