Edición nº 47

Historias sobre las historias sagradas

Historias sobre las historias sagradas

La otra mujer

      Eva paseaba por el jardín del Edén, cuando la serpiente se aproximó.      "Come esta manzana", dijo la serpiente.
     Eva, muy bien aleccionada por Dios, rehusó.
     "Come esta manzana", insistió la serpiente, "porque tienes que ponerte más hermosa para tu hombre".
     "No hace falta", respondió Eva, "porque no tiene ninguna otra mujer más que yo".
     La serpiente se rió: "¡Claro que la tiene!"
     Y como Eva no la creía, la llevó hasta lo alto de una colina, donde había un pozo.
     "Está dentro de esta caverna. Adán la escondió ahí"
     Eva se asomó y vio, reflejada en el agua del pozo, a una linda mujer. Y en ese momento, sin titubear, comió la manzana que la serpiente le ofrecía.

Después del diluvio

     Al finalizar los cuarenta días de diluvio, Noé salió del arca. Bajó lleno de esperanza, pero lo que encontró allí fuera fue solamente destrucción y muerte.
     Noé se quejó:
     "Dios Todopoderoso, si Tú conocías el futuro, ¿por qué creaste al hombre?
     ¿Sólo para tener el placer de castigarlo?"
     Un triple perfume subió hasta los cielos: el incienso, el perfume de las lágrimas de Noé y el aroma de sus acciones. Entonces Dios respondió:
     "Las plegarias de un hombre siempre son oídas. Te diré porqué hice esto: lo hice para que comprendieses tu obra. Tú y tus descendientes estarán siempre reconstruyendo un mundo que vino de la nada, y de esta manera dividiremos el trabajo y las consecuencias. Ahora somos todos responsables".

Otro reflejo, otra historia

     Caín y Abel se detuvieron a la orilla del inmenso lago. Jamás habían visto nada semejante.
     "Allí dentro hay alguien", dijo Abel, contemplando el agua, sin saber que veía su propio reflejo.
     Caín comprobó lo mismo, y levantó su bastón. La imagen hizo lo mismo. Caín se quedó esperando el golpe, su imagen también.
     Abel contemplaba la superficie del agua. Sonrió, y la imagen sonrió. Dio una buena carcajada, y vio que el otro lo imitaba.
     Cuando salieron de allí, Caín pensaba:
     "¡Qué agresivos son los seres que viven en aquel lugar!"
     Y Abel reflexionaba:
     "Quiero volver allí, porque encontré a alguien de rostro agradable y con buen humor".

También estoy fuera

     En la parábola del Hijo Pródigo, el hermano que siempre obedeció al padre se indigna al ver que el hijo rebelde es recibido con agasajos y alegría. De la misma forma, muchas personas obedientes a la palabra del Señor, terminan transformándose en verdugos sin piedad de aquellos que algún día se apartaron de la Ley.
     En una pequeña ciudad del interior, a un conocido pecador le fue impedido entrar en la iglesia.
     Indignado, comenzó a rezar:
     "Jesús, ¡escúchame! No me quieren dejar entrar en tu casa porque creen que no soy digno"
     "No te preocupes, hijo mío", respondió Jesús. "Yo también estoy del lado de fuera, junto con aquellos con los que siempre estuve: los pecadores como tú".

No cuestionar la búsqueda

     Sri Ramakrisna cuenta que un hombre estaba a punto de cruzar un río cuando el maestro Bibhishana se aproximó, escribió un nombre en una hoja, la sujetó en la espalda del hombre y le dijo:
     "No tengas miedo. Tu fe te ayudará a caminar sobre las aguas. Pero en el instante en que pierdas la fe, te ahogarás."
     El hombre confió en Bibhishana y comenzó a caminar sobre las aguas sin ninguna dificultad. A cierta altura, no obstante, sintió un enorme deseo de saber qué es lo que había escrito el maestro en la hoja sujeta a su espalda.
     La arrancó y leyó lo que estaba escrito:
     "¡Oh, dios Rama, ayuda a este hombre a cruzar el río!"
     "¿Sólo esto?", pensó el hombre. "¿Y quién es ese dios Rama, al fin y al cabo?"
     En el momento en que la duda se instaló en su mente, se sumergió y se ahogo en la corriente.

¿El maestro no sufre con sus discípulos?

     Un discípulo preguntó a Firoz:
     - La simple presencia de un maestro hace que toda clase de curiosos se aproximen para descubrir algo que les pueda beneficiar. ¿Esto no puede ser perjudicial y negativo? ¿Esto no puede desviar al maestro de su camino o hacer que sufra porque no consiguió enseñar lo que quería?
     Firoz, el maestro sufi, respondió:
     - La visión de un árbol cargado de frutas despierta el apetito de todos los que pasan cerca. Si alguien desea saciar su hambre más allá de su capacidad, termina comiendo más frutas de las necesarias y se siente mal. Sin embargo, esto no causa ningún tipo de indigestión al dueño del árbol.
     Lo mismo pasa con la Búsqueda. El camino tiene que estar abierto para todos, pero Dios se encarga de colocar los límites de cada uno".

 
Edición nº47