Edición nº 37
En este número: La Búsqueda
de la Felicidad
Por increíble que parezca,
mucha gente tiene miedo de la felicidad. Para estas personas, estar
bien con la vida significa cambiar una serie de hábitos y
perder su identidad propia.
Muchas veces nos juzgamos indignos
de las cosas buenas que nos suceden. No aceptamos los milagros,
porque aceptarlos nos da la sensación de que estamos debiendo
algo a Dios. Además de eso, tenemos miedo de "acostumbrarnos"
a la felicidad.
Pensamos: "es mejor no probar
el cáliz de la alegría porque cuando nos falte sufriremos
mucho".
Por miedo a disminuir, dejamos de
crecer. Por miedo a llorar, dejamos de reír. A continuación,
algunas historias al respecto:
Tras los pasos de Moisés
El rabino Zuya quería descubrir
los misterios divinos. Por eso resolvió imitar la vida de
Moisés.
Durante años intentó
conducirse como el profeta, sin conseguir los resultados esperados.
Cierta noche, exhausto de tanto estudiar, terminó adormeciéndose.
En el sueño se le apareció
Dios:
-¿Por qué estás
tan perturbado, hijo mío?- preguntó.
- Mis días en la Tierra terminarán
y estoy lejos de llegar a ser como Moisés - respondió
Zuya.
- Si yo necesitara otro Moisés
ya lo habría creado - dijo Dios - Cuando tú aparezcas
ante mí para el juicio, no preguntaré porqué
no fuiste como Moisés, sino quién fuiste tú:
procura ser un buen Zuya.
El jumento muere de cansancio
Nasrudin decidió buscar nuevas
técnicas de meditación. Ensilló su jumento,
y fue a la India, a la China, a Mongolia, habló con todos
los grandes maestros, pero no consiguió nada.
Oyó decir que había
un sabio en Nepal y viajó hasta allá, pero cuando
subía la montaña para encontrarlo, su jumento murió
de cansancio. Nasrudin lo enterró allí mismo y lloró
de tristeza. Alguien pasó y comentó:
- Buscabas un santo y ésa debe
ser su tumba. Seguramente estás lamentando su muerte.
- No, es el lugar donde enterré
a mi jumento, que ha muerto de cansancio.
- No lo creo - dijo el recién
llegado. - Nadie llora por un jumento muerto. Eso debe ser un lugar
donde suceden los milagros, y tú lo quieres guardar sólo
para ti mismo.
Por más que Nasrudin insistiera,
no sirvió de nada. El hombre fue hasta la aldea vecina y
difundió la historia de un gran maestro que realizaba curas
en su tumba, y pronto los peregrinos comenzaron a llegar.
Poco a poco, la noticia del descubrimiento
del Sabio del Luto Silencioso se esparció por todo el Nepal,
y multitudes acudieron al lugar. Un hombre rico fue hasta allí
y como consideró que había sido recompensado, mandó
construir un imponente monumento en el lugar en el que Nasrudin
había enterrado a su "maestro".
En vista de esto, Nasrudin resolvió
dejar las cosas como estaban. Pero aprendió de una vez por
todas que cuando alguien quiere creer una mentira, nadie le podrá
convencer de lo contrario.
Lo que es divertido en el hombre
Un discípulo preguntó
a Hejasi:
- Quiero saber que es lo más
divertido de los seres humanos
Hejasi comentó:
"Piensan siempre al contrario:
tienen prisa por crecer, y después suspiran por la infancia
perdida. Pierden la salud para tener dinero y después pierden
el dinero para tener salud.
Piensan tan ansiosamente en el futuro
que descuidan el presente, y así, no viven ni el presente
ni el futuro.
Viven como si no fueran a morir nunca
y mueren como si no hubiesen vivido."
Aceptando que merece los dones
Durante una conferencia en Australia,
una joven se me aproxima. "Quiero contarle algo" - me
dice.
"Siempre pensé que tenía
el Don de curar, pero nunca me atreví a usarlo con nadie.
Un día mi marido tenía mucho dolor en su pierna izquierda,
no había nadie cerca para ayudarme, y me decidí -
muerta de vergüenza - a colocar mis manos sobre su pierna y
pedir que el dolor desapareciera.
Actué sin creer que sería
capaz de ayudarlo. De repente, escuché que rezaba, diciendo:
"Permite, Señor, que mi mujer sea mensajera de Tu luz,
de Tu fuerza". Mi mano comenzó a calentarse y los dolores
le pasaron enseguida. Después le pregunté porqué
había rezado de aquella manera. Y me contestó que
no recordaba haber dicho nada. Hasta hoy continúo siendo
capaz de curar porque él creyó que era posible".
¿Quién sigue queriendo este billete?
Cassan Said Amer cuenta la historia
de un conferenciante que comenzó un seminario sosteniendo
un billete de 20 dólares y preguntando:
- ¿Quién quiere este
billete de 20 dólares?
Se levantaron varias manos, pero el
disertante advirtió:
- Antes de entregarlo, es necesario
hacer algo.
Lo arrugó con toda su furia,
y volvió a preguntar:
- ¿Quién sigue queriendo
este billete?
Las manos continuaron levantadas.
- ¿Y si hago esto?
Lo tiró contra la pared, lo
tiró al suelo, lo ensució, pisoteó, y nuevamente
volvió a mostrarlo - ahora inmundo y arrugado. Repitió
la pregunta y las manos continuaron levantadas.
- No olvidareis nunca esta escena
- comentó el disertante - porque no importa lo que yo haga
con este dinero, continúa siendo un billete de veinte dólares.
Muchas veces en nuestras vidas somos aplastados, pisados, maltratados,
ofendidos, y, sin embargo, a pesar de eso, seguimos valiendo lo
mismo.
Frases sobre la felicidad
Yo no intento entender porqué
creo en la felicidad; pero creo y puedo entender lo que es ser feliz
(San Anselmo)
El hombre desde su granja, mira el avión que pasa y sueña con lugares distantes. El hombre desde el avión, contempla la granja allá abajo y sueña con su hogar (Carlo Burns)