Edición nº 24
Una leyenda árabe de la creación
| La
sabiduría árabe
La sabiduría
judaica
En su "Libro del Fantasma"
Alejandro Dolina asocia la historia de la arena a una de las leyendas
de la creación del pueblo árabe.
Dice él que cuando acababa
de construir el mundo, uno de los ángeles advirtió
al Todopoderoso que había olvidado colocar arena en la Tierra,
grave defecto si consideramos que los seres humanos estarían
privados para siempre de caminar junto a los mares, masajeando sus
pies cansados y sintiendo el contacto con el suelo.
Además de esto, el fondo de
los ríos sería siempre áspero y pedregoso,
los arquitectos no podrían usar un material indispensable,
las huellas de los enamorados serían invisibles..Dispuesto
a remediar el olvido, Dios envió al Arcángel Gabriel
con una enorme bolsa para que derramase arena en todos los lugares
donde fuera necesario.
Gabriel hizo las playas, el lecho
de los ríos, y cuando regresaba al cielo trayendo el material
que le había sobrado, el Enemigo - siempre atento, siempre
dispuesto a estropear la obra del Todopoderoso - consiguió
hacer un agujero en la bolsa , que reventó, derramando todo
su contenido. Esto sucedió en el lugar que es hoy Arabia,
y casi toda la región se transformó en un inmenso
desierto.
Gabriel, desolado, fue a pedir disculpas
al Señor por haber dejado que el enemigo se aproximase sin
ser visto. Y Dios, en Su infinita sabiduría, decidió
recompensar al pueblo árabe por el error involuntario de
su mensajero.
Creó para ellos un cielo lleno
de estrellas, como no existe en ningún otro lugar del mundo,
para que siempre mirasen hacia lo alto.
Creó el turbante, que, bajo
el sol del desierto, es mucho más valioso que una corona.
Creó la tienda, permitiendo
que las personas se desplazaran de un lugar a otro teniendo siempre
nuevos paisajes a su alrededor y sin las tediosas obligaciones de
manutención de palacios.
Enseñó al pueblo a forjar
el mejor acero para la espada. Creó al camello. Desarrolló
la mejor raza de caballos.
Y le dió algo más precioso
que estas y todas las otras cosas juntas: la palabra, el verdadero
oro de los árabes. Mientras que los otros pueblos modelaban
los metales y las piedras, los pueblos de Arabia aprendían
a modelar el verbo.
Allí, el poeta pasó
a ser sacerdote, juez, médico, jefe de los beduinos, Sus
versos poseen poder: `pueden traer alegría, tristeza, nostalgia.
Pueden desencadenar la venganza y la guerra, unir a los amantes,
reproducir el canto de los pájaros.
Y concluye Alejandro Dolina:
"Los errores de Dios, como los
de grandes artistas o de los verdaderos enamorados, desencadenan
tantas compensaciones felices que a veces vale la pena desearlos.