Edición nº 234

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Siempre saben qué es lo mejor para nosotros

Siempre saben qué es lo mejor para nosotros

Evita el reumatismo

El ciempiés quiso preguntarle al sabio del bosque -un mono-, cuál era la mejor solución para el dolor que sentía en las piernas.

-Eso es reumatismo- le explicó el mono -. Lo que ocurre es que tienes demasiadas piernas. Sería mejor que fueras como yo. Con sólo dos piernas, el reumatismo raramente aparece.

-¿Y cómo hago para tener sólo dos piernas?

-No me fastidies con detalles –respondió el mono -. Un sabio se limita a dar el mejor de los consejos. Arréglatelas tú solo.

 

¿Puedo ayudar?

Nada más abrirse las puertas de la iglesia, el cura vio que una mujer entraba, se sentaba en un banco de la primera fila, y ponía la cabeza entre las manos. Dos horas más tarde, al pasar de nuevo por allí, la encontró en la misma posición.

Preocupado, decidió acercarse a ella:

-¿Puedo hacer algo para ayudarla?- le preguntó.

-No, gracias- respondió ella -. Yo ya estaba recibiendo toda la ayuda que me hacía falta, hasta que usted me interrumpió.

El jesuita Anthony Mello comenta: “en cierto monasterio, en lugar de haber escrito Guarden silencio, había un cartel que decía: Hablen únicamente si lo que van a decir es mejor que el silencio”.

 

Yo sé qué es lo que está bien

Un campesino regresaba a casa, cuando vio un jumento en el campo.

-No soy apenas un asno –dijo el animal -. Yo vi nacer al Mesías. Vivo hace dos mil años, y me mantengo vivo para dar este testimonio.

Asustado, el campesino corrió a la iglesia y se lo contó al párroco. –Imposible – dijo éste. El campesino lo asió de las manos y lo llevó adonde se encontraba el animal. El asno repitió entonces lo que había dicho antes.

-Insisto: los animales no hablan – dijo el religioso.

-¡Pero usted mismo lo ha oído de la boca del asno!

-¡Si serás bruto! ¡Así que vas a creer más en lo que te dice un jumento que en lo que dice tu párroco!

 

Eso también servirá con nosotros

Una fábula del escritor libanés Mikail Naaimé puede ilustrar bien el peligro de seguir los métodos de otros, por muy nobles que parezcan ser:

-Tenemos que romper las cadenas de la esclavitud a la que el hombre nos tiene sometidos –le dijo un buey a sus compañeros -. A lo largo de muchos años les hemos oído decir a los seres humanos que la puerta de la libertad está manchada con la sangre de los mártires. Vamos a descubrirla y entraremos allí con la fuerza de nuestros cuernos”.

Caminaron durante días y noches por la carretera hasta que vieron una puerta toda manchada de sangre.

-He aquí la puerta de la libertad –dijeron -. Sabemos que nuestros hermanos fueron sacrificados ahí.

Uno tras otro, los bueyes fueron entrando. Y sólo una vez dentro, cuando ya era demasiado tarde, acabaron dándose cuenta: aquella era la puerta del matadero.

 

Decidiendo el destino ajeno

Malba Tahan cuenta la historia de un hombre que encontró un ángel en el desierto, y le dio agua.

-Soy el ángel de la muerte y he venido a buscarte- dijo el ángel -. Pero como has sido bondadoso, voy a dejarte prestado el Libro del Destino durante cinco minutos. Puedes alterar lo que quieras en él.

El ángel le entregó el libro. Al hojear sus páginas, el hombre fue leyendo la vida de sus vecinos. No le gustó lo que vio: “Estas personas no se merecen cosas tan buenas”, pensó. Pluma en mano, se dedicó a empeorar la vida de cada uno de ellos.

Por último, llegó a la página de su destino. Leyó su trágico final y, cuando se disponía a cambiarlo, el libro desapareció. Los cinco minutos ya habían concluido.

En ese mismo instante, el ángel se llevó el alma de aquel hombre.

 
Edición nº 234
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