Edición nº 225

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Las cinco leyes de Sun Tzu

Las cinco leyes de Sun Tzu

“El arte de la guerra,” escrito por Sun Tzu el año 490 a. de C., habla de las cinco leyes del combate:

La fe: antes de entrar en combate, hay que creer en el motivo de la lucha.

El rabino Zuya tenía tanta fe que se propuso conocer los misterios divinos. Para ello, decidió imitar la vida de Moisés.

Durante años, intentó comportarse como el profeta, sin conseguir los resultados esperados. Una noche, agotado tras mucho estudiar, cayó rendido en sueños.

En sus sueños, Dios se le aparecía:

-¿Por qué estás tan perturbado, hijo mío? –preguntó.

-Mis días en la Tierra terminarán, y estoy lejos de llegar a ser como Moisés –respondió Zuya-. He luchado con todas mis fuerzas, sin resultado alguno.

-Si Yo necesitara de otro Moisés, ya lo habría creado –dijo Dios-. Cuando te presentes delante de Mí para el Juicio Final, no te preguntaré por qué no fuiste como Moisés, sino quién fuiste tú. Intenta ser un buen Zuya.

 

El Compañero: escoge bien a tus aliados y aprende a luchar acompañado, porque nadie gana una guerra solo.

Un panadero quería conocer a un gran gurú, y lo invitó a comer. La víspera, este fue a la panadería disfrazado de mendigo, cogió un pan y empezó a comer. El panadero lo echó a la calle.

Al día siguiente, el gurú y un discípulo fueron a casa del panadero, y se encontraron con un gran banquete. En mitad de la comida, el discípulo preguntó:

-¿Cómo distinguir al hombre bueno del malo?

-Basta con mirar a este panadero. Es capaz de gastarse diez monedas de oro en un banquete porque soy célebre, pero es incapaz de dar un pedazo de pan a un mendigo hambriento.

 

El tiempo: una lucha en invierno es diferente de una lucha en verano; un mal guerrero no presta atención al problema cuando este es pequeño. Y cuando crece, se siente incapaz de superarlo.

Un vendedor de camellos llegó a una aldea para vender sus hermosos animales a un precio inmejorable. Todos compraron, menos el Sr. Hoosep.

Un tiempo más tarde, llegó a la aldea otro vendedor con excelentes camellos, pero a un precio bastante más alto. En esta ocasión, Hoosep compró algunos animales.

-No compraste los camellos cuando eran casi gratis, y ahora los compras por el doble –le criticaron sus amigos.

-Aquellos que estaban baratos eran muy caros para mí, porque en aquella época tenía muy poco dinero –respondió Hoosep-. Estos pueden parecer más caros; sin embargo, para mí son baratos, puesto que tengo más que suficiente para comprarlos.

 

El espacio: no se lucha de la misma manera en un desfiladero que en una llanura. Considera siempre lo más favorable que hay a tu alrededor.

Caminaba por una pequeña carretera del norte de España cuando vi a un campesino tumbado en un jardín.

-Está usted pisando las flores –le dije.

-No –respondió-. Estoy intentando quitarles un poco de su dulzura.

 

La estrategia: el mejor guerrero es aquel que prepara bien su combate.

Los guerreros ninja van al campo donde se acaba de plantar el maíz. Obedeciendo la orden de su maestro, saltan por encima de los lugares donde se sembraron las semillas.

Todos los días los guerreros ninja vuelven al campo. La semilla se transforma en brote, y ellos saltan por encima. El brote se transforma en una pequeña planta, y ellos saltan por encima.

No se aburren. No creen que sea una pérdida de tiempo.

El maíz crece, y los saltos son cada vez más altos. Así, cuando la planta está madura, los guerreros ninja todavía son capaces de saltar por encima de ella.

¿Por qué? Porque conocen bien su obstáculo.

 
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