Edición nº 20
Viajando de
manera diferente | Cuento
- El juego de ajedrez
Reflexiones
del Guerrero de la Luz
El joven dijo al abado del monasterio:
Me gustaría mucho ser un monje,
pero no he aprendido nada importante en la vida. Lo único
que me enseñó mi padre fue a jugar al ajedrez, que
no sirve para la iluminación. Además, aprendí
que cualquier juego es un pecado.
Puede ser un pecado pero también
puede ser una diversión, y quien sabe si este monasterio
no está necesitando un poco de ambos - fue la respuesta.
El abad pidió el tablero de
ajedrez, llamó a un monje y le ordenó jugar con el
muchacho.
Pero antes de comenzar la partida,
añadió:
- Aun cuando necesitemos diversión,
no podemos permitir que todo el mundo se pase jugando al ajedrez.
Entonces, solamente conservaremos aquí al mejor de los dos
jugadores; si nuestro monje pierde, saldrá del monasterio
y dejará la plaza para tí.
El abad hablaba en serio. El joven
comprendió que jugaría por su vida y le vino un sudor
frío; el tablero se convirtió en el centro del mundo.
El monje comenzó a perder.
El muchacho atacó, pero entonces vió la mirada de
santidad del otro, y a partir de ese momento comenzó a jugar
mal a propósito. Al fin y al cabo prefería perder
porque el monje podía ser útil al mundo.
De repente, el abad tiró el
tablero al suelo.
-Tú aprendiste mucho más
de lo que te enseñaron - dijo. - Te has concentrado lo suficiente
para vencer, fuiste capaz de luchar por lo que deseabas. Después,
tuviste compasión y disposición para sacrificarte
en nombre de una noble causa. Sé bienvenido al monasterio,
porque sabes equilibrar la disciplina con la misericordia.