Edición nº 16
Diálogo
con el maestro - La leyenda personal |
Tres historias judaicas
Reflexiones
del Guerrero de la Luz
La Constitución más pequeña del mundo
Un grupo de sabios judíos
se reunió para intentar crear la menor Constitución
del mundo. Si alguno de ellos era capaz de definir, en el espacio
de tiempo que necesita un hombre para mantenerse en equilibrio con
un solo pìé, las leyes que deben regir el comportamiento
humano, sería considerado el más sabio de todos los
sabios.
- Dios castiga a los criminales -
dijo uno.
Los otros argumentaron que esto no
era una ley, sino una amenaza, y la frase no fue aceptada.
- Dios es amor - comentó otro.
Nuevamente los sabios no aceptaron
la frase, diciendo que no aclaraba bien los deberes de la Humanidad.
En aquel momento se aproximó
el rabino Hillel y, sosteniéndose en un solo pìé,
dijo:
- No hagas a tu próximo lo
que detestarías que te hicieran a ti. Esta es la Ley. Todo
el resto es comentario jurídico.
Y el rabino Hillel fue considerado
el mayor sabio de su tiempo.
Tapando el sol con la mano
Un discípulo fue en busca
del rabino Nahman, de Braslaw:
- No continuaré mis estudios
de los textos sagrados - dijo. - Vivo en una pequeña casa
con mis padres y hermanos y nunca encuentro las condiciones ideales
para concentrarme en lo que es importante.
Nahman señaló al sol
y pidió a su discípulo que pusiera la . mano frente
a su cara, de manera que quedara oculto. Y así lo hizo éste.
- Tu mano es pequeña y, sin
embargo, ha conseguido cubrir totalmente la fuerza, la luz y la
majestad del inmenso sol. De la misma manera, los pequeños
problemas consiguen darte la disculpa necesaria para no seguir adelante
en tu búsqueda espiritual.
Así como la mano tiene el poder
de esconder el sol, la mediocridad tiene el poder de esconder la
luz interior. No culpes a los otros por tu propia incompetencia.
Parece muy obvio
Preguntaron al rabino Ben Zoma:
- ¿Quién es sabio?
- Aquel que encuentra siempre algo
que aprender de los otros - dijo el rabino.
- ¿Quién es fuerte?
- El hombre que es capaz de dominarse
a sí mismo.
- ¿Quién es rico?
- El que conoce el tesoro que tiene:
sus días y sus horas de vida, que pueden modificar todo lo
que sucede a su alrededor.
- ¿Quién merece respeto?
- Quien se respeta a sí mismo
y a su prójimo.
- Todo esto son cosas obvias - comentó
uno de los presentes.
- Por eso son tan difíciles
de ser observadas - concluyó el rabino.