Edición nº 148
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La Andadura de la meditación
Llego a Santiago de Compostela, esta vez en auto, para celebrar mi peregrinación de hace veinte años. Cuando estaba en Puente La Reina, me vino la idea de hacer tardes de autógrafos sin grandes preparaciones: solamente bastaba con telefonear para la próxima ciudad donde deberíamos dormir, pedirles que colocasen un cartel en la librería local y estaría allí a la hora marcada.
Funciono magníficamente en las pequeñas aldeas, aunque exigiendo un poco más de organización en las grandes ciudades, como la propia Santiago de Compostela. Tuve un contacto inesperado con los lectores y aprendí que las cosas hechas con amor pueden tener la improvisación como una gran aliada.
Santiago estaba ahora delante de mí. Y a algunas decenas de kms. más adelante, el Océano Atlántico. Pero estoy decidido a seguir adelante con las tales tardes de autógrafos improvisadas, ya que pretendo quedarme noventa días fuera de casa.
Y como no pretendo atravesar el oceano em este momento, debo ir para la derecha (Santander, Pais Basco) o para la izquierda (Guimarães, Portugal)?
Es mejor dejar que el destino elija: mi mujer y yo entramos en un bar y le preguntamos a un hombre que está tomando un café: derecha o izquierda? Él nos responde con convicción que debemos seguir para la izquierda – quizás pensando que nos referíamos a partidos políticos.
Llamo por teléfono a mi editor portugués. Él no me pregunta que locura es esa, no reclama de ser avisado encima de la hora. Dos horas más tarde me llama, dice que contactó las radios locales de Guimarães y Fátima y que en 24 horas puedo estar con mis lectores en aquellas ciudades.
Todo sale bien.
Y en Fátima, como una señal, recibo um regalo de una de las personas que están allí. Se trata de las escrituras de un monje budista, Thich Nhat Hanh, tituladas “The long road to joy” (El largo camino para la alegría) A partir de aquel momento, antes de continuar esta jornada de 90 dias por el mundo, paso a leer todas las mañanas las sabias palabras de Nhat Hanh, que resumo a seguir:
1] Tu ya llegaste. Por lo tanto, siente el placer en cada paso y no te preocupes con las cosas que todavía tienes que superar. No tenemos nada delante de nosotros, apenas un camino para ser recorrido a cada momento con alegría. Cuando practicamos la meditación peregrina, estamos siempre llegando, nuestro hogar es el momento actual y nada más.
2] Por causa de eso, sonríe siempre mientras andas. Aunque tuvieses que esforzarte un poco y sentirte ridículo. Acostúmbrate a sonreír y terminarás alegre. No tengas miedo de mostrar que estás contento.
3] Si piensas que la paz y la felicidad están siempre adelante, jamás conseguirás alcanzarlas. Trata de entender que ambas son tus compañeras de viaje.
4] Cuando andas, estás masageando y honrando la tierra. De la misma manera, la tierra está tratando de ayudarte a equilibrar tu organismo y tu mente. Entiende esta relación y trata de respetarla – Que tus pasos sean dados con la firmeza del león, la elegancia del tigre, la dignidad de un emperador.
5] Presta atención a lo que sucede a tu alrededor. Concéntrate en tu respiración – eso te ayudará a liberarte de los problemas y ansiedades que tratan de acompañarte en tu camino.
6] Al caminar, no eres tu apenas que te estás moviendo, sino todas las generaciones pasadas y futuras. En el mundo llamado de “real” el tiempo es una medida, pero en el verdadero mundo no existe nada más allá del momento presente. Ten plena conciencia que todo lo que ya sucedió y todo lo que sucederá está en cada paso tuyo.
7] Diviértete. Haz de la meditación peregrina un constante encuentro contigo mismo; jamás una penitencia en busca de recompensas. Que siempre crezcan flores y frutos en los lugares donde tus pies toquen.