Edición nº 138

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Segundo pecado capital: avaricia



Segundo pecado capital: avaricia

Definición del diccionario: del latín Avaritia, sustantivo femenino. Apego excesivo al dinero, mezquindad, codicia.

Definición de la Iglesia Católica: va contra los Mandamientos Noveno y Décimo (No desearás a la mujer de tu prójimo; No codiciarás los bienes ajenos). Inclinación o deseo desordenado de placeres o posesiones.

Para el filósofo Séneca: los pobres siempre quieren algo, los ricos, mucho, y los avarientos lo quieren todo.

Una historia de los Padres del desierto: -Hombre santo- se dirigió un novicio al abad Pastor – Tengo el corazón lleno de amor por el mundo, y el alma limpia de las tentaciones del demonio. ¿Cuál es el próximo paso que debo dar?

El abad le pidió al discípulo que lo acompañase a visitar a un enfermo que requería la extremaunción. Después de consolar a la familia, el abad se fijó en que había un baúl en uno de los rincones de la casa.

-¿Qué se guarda ahí?- preguntó.

-Unas ropas que mi tío no usó nunca– dijo el sobrino del enfermo. –Lo compraba todo, pensando siempre que un día llegaría la ocasión propicia para vestir estas ropas, pero acabaron pudriéndose ahí dentro.

-Nunca olvides ese baúl – le dijo el abad Pastor a su discípulo ya en el camino de vuelta. –Si guardas tesoros espirituales en tu corazón, ponlos en acción ahora mismo, o se pudrirán irremisiblemente.

Texto comentando la crisis económica asiática de 1997: los agentes financieros compraban y vendían, convencidos de que el mundo no cambiaría, y de que todo lo que tenían que hacer era invertir cada vez más, y contemplar cómo crecían sus fortunas. No les importaba el daño que le estaban infiriendo a la moneda (de Malasia). De repente, quinientos mil millones de dólares salieron de circulación. Y a la hora de explicar lo ocurrido a todos aquellos que en un pestañeo habían perdido todos los ahorros reunidos durante años con mucho sacrificio, les decían: “La culpa es del mercado”. ¡Pero bueno! ¡Ellos eran el mercado!

La Muerte y la Avaricia: La Muerte y la Avaricia observaban a unos hombres que trabajaban febrilmente buscando diamantes en el lecho de un río.

-He venido aquí para llevarme algunas almas- le dijo la Muerte a la Avaricia- Entrégame un tercio de estos hombres y me iré.

-Son míos, son mis esclavos- respondió la Avaricia –No tengo nada para darte.

Entonces la Muerte tocó el agua con su bastón mágico, y la envenenó. Poco a poco, todos los que estaban allí fueron muriendo.

-¿Por qué me has robado todos mis esclavos?- gritó la Avaricia.

-Porque tú no me quisiste dar ninguno- fue la respuesta.

En un discurso: por su incapacidad para producir, el pueblo judío es un parásito, y su objetivo es esclavizar a los otros pueblos. Hacen uso de la avaricia para manipular la estupidez de la clase media (Adolf Hitler, preparando el terreno para el Holocausto, que costó la vida a seis millones de judíos).

Muchos siglos antes, decía el rabino Moshe ben Maimon: El Señor envió al hombre sus mensajeros, conocidos como enfermedades. La Providencia Eterna me encargó cuidar de la salud. Que el amor por lo que hago me guíe en todo momento. Que nunca la avaricia, o la sed de poder, o el deseo de reconocimiento, me cieguen y me hagan olvidar que el objetivo de un hombre es dar lo mejor de sí a sus semejantes.

El consejo Del Tao Te King: Los cinco colores ciegan los ojos humanos. Las cinco notas ensordecen los oídos. Los cinco sabores hieren el paladar. Las carreras y las cacerías desencadenan pasiones furiosas y salvajes en el corazón del hombre.

Los bienes de difícil obtención están guardados por peligrosos obstáculos que hieren gravemente. Por estos motivos [...] el sabio rechaza lo superficial y prefiere lanzarse a bucear en lo profundo.

(El próximo día: La lujuria)

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