Edición nº 115
Las lenguas que habla Dios
Un misionero español visitaba una isla cuando se encontró con tres sacerdotes aztecas.
–¿Cómo rezáis? – preguntó el sacerdote.
–Sólo tenemos una oración –respondió uno de los aztecas-. Decimos: “Dios, Tú Eres tres, nosotros somos tres. Ten piedad de nosotros.”
–Hermosa oración –dijo el misionero-. Pero es una oración que Dios no va a oír. Os enseñaré una mucho mejor.
El sacerdote les enseñó una oración católica, y siguió su camino de evangelización. Años más tarde, en el barco que lo llevaba de vuelta a España, tuvo que pasar de nuevo por aquella isla. Desde la cubierta, vio a los tres sacerdotes en la playa, e hizo un gesto de despedida.
En ese momento, los tres comenzaron a caminar por el agua, en dirección a él.
–¡Padre! Padre! –gritó uno de ellos, mientras se acercaba al barco–. ¡Enséñenos de nuevo la oración que Dios oye, que no la recordamos!
–No importa –dijo el misionero al ver el milagro. Y entonces pidió perdón a Dios por no haber entendido antes que Él hablaba todas las lenguas.
A continuación, algunas de estas oraciones:
Dhammapada (atribuida a Buda)
Mejor que, en lugar de mil palabras
Hubiese sólo una, pero que trajese Paz.
Mejor que, en lugar de mil versos
Hubiese sólo uno, pero que mostrase lo Bello.
Mejor que, en lugar de mil canciones
Hubiese sólo una, pero que esparciese alegría.
Mevlana Jalaluddin Rumi, siglo XIII
Allí afuera, además del acierto y la equivocación, existe un campo inmenso.
Nos encontraremos allí.
Profeta Mahoma, siglo VII
¡Oh, Alá! Yo te consulto porque Tú lo sabes todo, y conoces incluso aquello que está escondido.
Si lo que estoy haciendo es bueno para mí y para mi religión, para mi vida ahora y después, haz que el trabajo sea sencillo y bendito.
Si lo que estoy haciendo ahora es malo para mí y para mi religión, para mi vida ahora y después, aléjame de ese trabajo.
Jesús de Nazaret, San Mateo 7;7-8
Pedid y se os dará;
Buscad y hallaréis;
Llamad y se os abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Plegaria judía para la Paz
Vamos a la montaña del Señor, donde podremos caminar con Él. Transformemos nuestras espadas en arados, y nuestras lanzas en podaderas.
Que ninguna nación levante su espada contra otra, y que jamás aprendamos el arte de la guerra.
Y nadie debe temer a su vecino, porque así lo ordenó el Señor.
Lao Tse, China - siglo VI a. de C.
Para que haya paz en el mundo, es necesario que las naciones vivan en paz.
Para que haya paz entre las naciones, las ciudades no deben levantarse una contra otra.
Para que haya paz en las ciudades, los vecinos deben entenderse.
Para que haya paz entre los vecinos, hace falta que reine la armonía en el hogar.
Para que haya paz en casa, hay que encontrarla en el corazón de cada uno.