Edición nº 07

Fragmentos de un diario inexistente

Fragmentos de un diario inexistente

Sobre árboles y ciudades
     
En el desierto de Mojave, es frecuente encontrar las famosas ciudades-fantasma. Construidas cerca de minas de oro, eran abandonadas cuando todo el producto de la tierra ya había sido extraído; habían cumplido su papel, y ya no tenía sentido que continuaran siendo habitadas.
     Cuando paseamos por un bosque, también vemos árboles que, una vez cumplido su papel, terminaron cayendo. Pero, a diferencia de las ciudades-fantasmas, ¿qué sucedió? Abrieron espacio para que la luz penetrase, fertilizaron el suelo, y tienen sus troncos cubiertos por vegetación nueva.
     Nuestra vejez dependerá de la forma en que hayamos vivido. Podemos terminar como una ciudad-fantasma. O, entonces, como un generoso árbol, que continúa siendo importante incluso después de haber caído a tierra.


El sentido de la verdad
     
En nombre de la verdad, la raza humana cometió sus peores crímenes. Hombres y mujeres fueron quemados. La cultura de civilizaciones enteras fue destruida, Los que buscaban un camino diferente eran marginados.
     Uno de ellos, en nombre de la "verdad" terminó crucificado. Pero, antes de morir, dejó la gran definición de la Verdad.
     No es lo que nos da certezas.
     No es lo que nos da profundidad.
     No es lo que nos hace mejores que los otros.
     No es lo que nos mantiene en la prisión de los prejuicios.
     La verdad es lo que nos da la libertad. "Conoceréis la Verdad, y la verdad os hará libres" dijo Jesús.

Sobre el ritmo y el Camino
     
- Faltó algo en su disertación sobre el Camino de Santiago - me dice una peregrina, al salir de la Casa de Galicia, en Madrid, donde minutos antes yo acababa de dar una conferencia.
     Deben de haber faltado muchas cosas, pues mi intención allí era apenas compartir un poco mi experiencia. Aún así, la convido a tomar un café, curioso por saber lo que ella considera una omisión importante.
     Y Begoña - tal es su nombre - me dice:
     - He notado que la mayoría de los peregrinos, sea en el camino de Santiago, sea en los caminos de la vida, siempre procura seguir el ritmo de los otros.
     "Al comienzo de mi peregrinación, procuraba ir junto con mi grupo. Me cansaba, exigía de mi cuerpo más de lo que podía dar, vivía tensa, y terminé teniendo problemas en los tendones del pie izquierdo. Imposibilitada de andar durante dos días, me di cuenta de que solo conseguiría llegar a Santiago si obedecía a mi ritmo personal.
     "Tardé más que los otros, tuve que andar sola muchos trechos, pero fue sólo porque respeté mi propio ritmo que conseguí completar el camino. Desde entonces aplico esto a todo lo que tengo que hacer en la vida: respeto mi tiempo".

Todo se convierte en polvo
     
Las fiestas de Valencia, en España, tienen un curioso ritual cuyo origen radica en la antigua comunidad de los carpinteros.
     Durante un año entero, artesanos y artistas construyen esculturas gigantescas en madera. En la semana de la fiesta, llevan estas esculturas hasta el centro de la plaza principal. La gente pasa, comenta, se deslumbra y se conmueve ante tanta creatividad. Entonces, el día de San José, todas estas obras de arte - excepto una - son quemadas en una gigantesca hoguera, ante la presencia de miles de curiosos.
     -¿Por qué tanto trabajo inútil? - preguntó una inglesa, a mi lado, mientras las inmensas llamaradas subían hacia el cielo.
     - Usted también terminará un día - respondió una española. - Ya pensó si, en ese momento, algún ángel le preguntase a Dios: "¿por qué tanto trabajo inútil?"

Pidiendo limosnas
     
Forma parte del entrenamiento de los monjes del budismo zen una práctica conocida como takuhatsu, la peregrinación para mendigar. Además de ayudar a los monasterios que viven de donaciones y obligar al discípulo a ser humilde, esta práctica tiene aún otro sentido: purificar a la ciudad donde habita.
      Esto es porque - según la filosofía zen - el donante, el mendicante y la propia limosna forman parte de una importante cadena de equilibrio.
     Aquel que pide, lo hace así porque está necesitando; pero aquel que da, actúa así porque también lo necesita.
     La limosna sirve como nexo entre dos necesidades y el ambiente de la ciudad mejora, ya que todos pudieron realizar acciones que necesitaban efectuarse.

Actuando por impulso
     
El Padre Zeca, de la Iglesia de la Resurrección en Copacabana, cuenta que estaba en un autobús* cuando de repente escuchó una voz diciendo que debía levantarse y predicar la palabra de Cristo allí mismo.
     Zeca comenzó a dialogar con la voz: "me encontrarán ridículo, este no es lugar para un sermón", dijo. Pero algo dentro de él insistía en que era preciso hablar. "Soy tímido, por favor, no me pidas esto", imploró.
     Pero el impulso interior persistía.
     Entonces él recordó su promesa: abandonarse a todos los designios de Cristo. Se incorporó - muriéndose de vergüenza - y comenzó a hablar del Evangelio. Todos escucharon en silencio. Él miraba a cada pasajero y eran raros los que desviaban los ojos. Dijo todo lo que sentía, terminó su sermón y se volvió a sentar.
     Hasta hoy no sabe qué tarea cumplió en aquel momento. Pero tiene la absoluta certeza de que cumplió una tarea.

Debo vivir mis gracias
     
Necesito vivir todas las gracias que Dios me acordó hoy. La gracia no puede ser ahorrada. No existe un banco donde depositamos las gracias recibidas, para utilizarlas de acuerdo con nuestra voluntad. Si yo no disfruto de estas bendiciones, las perderé irremediablemente.
     Dios sabe que somos artistas de la vida. Un día nos da el cincel para esculturas, otro día pinceles y tela, otro día nos da una pluma para escribir. Pero jamás conseguiremos usar el cincel en telas o plumas en esculturas. A cada día, su milagro. Tengo que aceptar las bendiciones de hoy para crear lo que tengo; si lo hago con espontaneidad y sin culpa, mañana recibiré más.

*omnibús

 
Edición nº07