Edición nº 06
Diálogo con el maestro - El tedio
| Cuentos
- Dos relatos de la tradición judaica
Reflexiones
del Guerrero de la Luz
(continúo aquí reproduciendo las anotaciones hechas durante mis conversaciones con J., en el período de 1982 a 1990. Quien desee conocer las ya publicadas, puede leer los números anteriores del Guerrero de la Luz Online).
Estamos sentados en un jardín,
en una ciudad francesa.
- Las personas se quejan, pero en
el fondo adoran la rutina - dije yo.
- Claro, y la razón es muy
simple: la rutina les da la falsa sensación de que están
más seguras. Así, el día de hoy será
exactamente igual al día de ayer, y el de mañana no
traerá sorpresas. Al llegar la noche, parte del alma protesta
porque no vivió nada diferente, pero la otra parte está
contenta - paradójicamente por la misma razón.
Es evidente que esta seguridad es
totalmente falsa, pues nadie puede controlar nada y, justamente
en el momento más inesperado, aparece un cambio que sorprende
a la persona sin condiciones de reaccionar o luchar...
- Si somos libres para decidir que
queremos una vida rutinaria, ¿por qué Dios nos obliga
a cambiarla?
- ¿Qué es la realidad?
Es lo que imaginamos que es. Si mucha gente "piensa" que
el mundo es de tal o cual manera, las cosas de nuestro entorno se
cristalizan, y nada cambia durante algún tiempo. Sin embargo,
la vida es una evolución constante - social, política,
espiritual, sea en el nivel que sea. Para que las cosas evolucionen,
es necesario que las personas cambien. Como estamos todos interrelacionados,
a veces el destino da un empujón a aquellos que están
impidiendo el cambio.
- Generalmente bajo la forma de tragedia...
- La tragedia depende de cómo
se la mire. Si elegiste ser una víctima del mundo, cualquier
cosa que te pase alimentará aquel lado negro de tu alma donde
te consideras víctima de la injusticia, sufridor, culpable
y merecedor de castigo. Si elegiste ser un aventurero, los cambios
- incluso las pérdidas inevitables, ya que todo en este mundo
se transforma - pueden causarte algún dolor, pero pronto
te empujarán hacia delante, obligándote a reaccionar.
En muchas tradiciones orales, la sabiduría
está representada por un templo, con dos columnas en la puerta.
Estas dos columnas siempre tienen nombre de cosas opuestas entre
sí, pero para ejemplificar lo que quiero decir, llamaremos
a una Miedo y a otra Deseo.
Cuando el hombre está delante
de esta puerta, mira a la columna del Miedo y piensa: "¡Dios
mío, que será lo que encontraré aquí?".
Acto seguido, mira hacia la columna del Deseo y piensa: "¡Dios
mío, ya estoy tan acostumbrado con lo que tengo que deseo
continuar viviendo como siempre viví". Y se queda allí
detenido. A eso llamamos tedio.
- El tedio es...
- El movimiento que cesa. Instintivamente,
sabemos que está mal y nos rebelamos. Nos quejamos con nuestros
maridos, esposas, hijos, vecinos. Pero, por otro lado, sabemos que
el tedio y la rutina son puertos seguros.
- ¿Una persona puede pasar
toda su vida en esta situación?
Ella puede recibir el empujón
de la vida, pero resistirlo y continuar allí, siempre protestando.
Y su sufrimiento habrá sido inútil, no le habrá
enseñado nada.
Sí, una persona puede continuar
el resto de sus días parada frente a una de las puertas que
debe atravesar, pero necesita entender que solo vivió realmente
hasta ese punto. Puede continuar respirando, andando, durmiendo,
comiendo - pero cada vez con menos placer, porque ya está
muerta espiritualmente y no lo sabe.
Hasta que un día, además
de la muerte espiritual, aparece la muerte física; en ese
momento, Dios le preguntará "qué es lo que hiciste
con tu vida?". Todos nosotros tenemos que responder a esta
pregunta, y ¡ay! de quien diga "me quedé parado
frente a una puerta".